Antenor Maravi Izarra
A estas alturas, luego de dos años del devastador terremoto que asoló Ica el 15 de Agosto del 2007, el cuociente de la labor de reconstrucción es nula y deficitaria. La casi totalidad de los hospitales, iglesias, puestos policiales y las instituciones educativas, especialmente de los cientos de miles de damnificados, de las zonas marginales y rurales, es un denominador común de dramática sobrevivencia en cubículos de esteras, cartones y plásticos, donde con toda razón cada día que pasa se levanta más, esa levadura de descontento y protesta ante la desatención de los gobernantes.
La doliente tragedia en que viven los damnificados, es realmente patética y a la vez enervante, cargada de justificadas broncas y hondos resentimientos en contra de la ineptitud y desidia de los gobernantes llámense de Lima, la Región y los municipios, donde al parecer importa un comino la tragedia del pueblo. Y ciertamente ante este cuadro de indolencia, para quiénes compartimos ese diario vía crucis del pueblo damnificado, el recuerdo de los muertos, heridos y esa elevada suma de hombres, mujeres, niños y ancianos que todos los días rondan las calles en búsqueda de consuelo en más de las veces con alaridos de rabia y protesta ante la ausencia de apoyo de sus autoridades, de veras contagia y llama a bronca, pues esta dramática pobreza que vienen confrontando, no se condice con los gritos triunfalistas del presidente García.
Las promesas del Presidente García, tantas veces proclamadas ante las cámaras de TV, y la parafernalia de sus adláteres, llámense ministros, parlamentario y esa prensa mermelera, a despecho de sus discursos almibarados y carentes de visión de la realidad, a dos años del terremoto, siguen cada vez más enredadas entre la ineptitud y la demagogia de sus representantes.
Hay mucha pobreza, niños con rostros famélicos, con hambre donde la morbilidad es cotidiana, ancianos que han perdido hasta la fe de vivir, madres que rasgan el cielo con diarias oraciones, calles silentes donde muchos siguen caminando como zombis. No es una exageración, pero en las zonas rurales y urbano marginales la situación es realmente dramática, y eso no quieren ver los ojos del presidente García, y lo paradójico es que este gobernante, sigue pregonando a los cuatro vientos una economía floreciente con las reservas internacionales más altas de la historia peruana; empero hasta la fecha no ha invertido de manera transparente y sostenida por la reconstrucción de los pueblos afectados, hay un juego de pin pong, entre el presidente de la Región Ica, el FORSUR, de cuyas resultas hasta la fecha no se sabe en que se han invertido las elevadas cifras que hace entrever.
Igualmente como buen adalid del neoliberalismo, debe aclarar, pues, hasta la fecha no se sabe a cuanto asciende ni en que se han invertido los donativos internacionales. Estamos hablando de millones de dólares, en todo esto hay un nauseabundo olor a sanguijuelas que vienen enriqueciéndose a costa del dolor del pueblo sufrido, de cuyas resultantes, a pesar de las represiones y amenazas, las marchas de protesta, las vigilias y los cacerolazos, son ingredientes que con justificada razón pueden reventar esta olla de presión y protesta del pueblo damnificado.
La doliente tragedia en que viven los damnificados, es realmente patética y a la vez enervante, cargada de justificadas broncas y hondos resentimientos en contra de la ineptitud y desidia de los gobernantes llámense de Lima, la Región y los municipios, donde al parecer importa un comino la tragedia del pueblo. Y ciertamente ante este cuadro de indolencia, para quiénes compartimos ese diario vía crucis del pueblo damnificado, el recuerdo de los muertos, heridos y esa elevada suma de hombres, mujeres, niños y ancianos que todos los días rondan las calles en búsqueda de consuelo en más de las veces con alaridos de rabia y protesta ante la ausencia de apoyo de sus autoridades, de veras contagia y llama a bronca, pues esta dramática pobreza que vienen confrontando, no se condice con los gritos triunfalistas del presidente García.
Las promesas del Presidente García, tantas veces proclamadas ante las cámaras de TV, y la parafernalia de sus adláteres, llámense ministros, parlamentario y esa prensa mermelera, a despecho de sus discursos almibarados y carentes de visión de la realidad, a dos años del terremoto, siguen cada vez más enredadas entre la ineptitud y la demagogia de sus representantes.
Hay mucha pobreza, niños con rostros famélicos, con hambre donde la morbilidad es cotidiana, ancianos que han perdido hasta la fe de vivir, madres que rasgan el cielo con diarias oraciones, calles silentes donde muchos siguen caminando como zombis. No es una exageración, pero en las zonas rurales y urbano marginales la situación es realmente dramática, y eso no quieren ver los ojos del presidente García, y lo paradójico es que este gobernante, sigue pregonando a los cuatro vientos una economía floreciente con las reservas internacionales más altas de la historia peruana; empero hasta la fecha no ha invertido de manera transparente y sostenida por la reconstrucción de los pueblos afectados, hay un juego de pin pong, entre el presidente de la Región Ica, el FORSUR, de cuyas resultas hasta la fecha no se sabe en que se han invertido las elevadas cifras que hace entrever.
Igualmente como buen adalid del neoliberalismo, debe aclarar, pues, hasta la fecha no se sabe a cuanto asciende ni en que se han invertido los donativos internacionales. Estamos hablando de millones de dólares, en todo esto hay un nauseabundo olor a sanguijuelas que vienen enriqueciéndose a costa del dolor del pueblo sufrido, de cuyas resultantes, a pesar de las represiones y amenazas, las marchas de protesta, las vigilias y los cacerolazos, son ingredientes que con justificada razón pueden reventar esta olla de presión y protesta del pueblo damnificado.
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