Por Fernando Carvallo
Cuando las opciones de Mario Vargas Llosa coinciden con el consenso mediático y el statu quo de los miedos y las ambiciones, las instituciones compiten para condecorarlo y los adjetivos se vuelven insuficientes para celebrar sus méritos. Hasta la heredera del fujimorismo y el cardenal Cipriani saludaron la atribución del Nobel, aunque el prelado precisó que no había leído ninguno de sus libros (sic). El VLl insumiso y vehemente aparece en esos momentos neutralizado por el peso de los honores, la edad y la satisfacción de complacer.Pero cuando el novelista encarna la misma fuerza crítica y contestataria de sus principales personajes, la veneración se vuelve despecho, revancha y condena al sacrificio ritual. “¡Al fin y al cabo no era superior a nosotros!”, entona el triste coro de quienes se sienten mejores lejos de su sombra.¿Quién fue la única personalidad que rompió el cobarde silencio que acompañó la pena de muerte aplicada a un débil mental en 1979, para limpiar el honor de un jefe militar condecorado por el Chile de Pinochet? ¿Quién fue el único candidato que admitió no ser católico, en plena campaña presidencial y con el papa Juan Pablo II a punto de pisar suelo peruano? ¿Quién ha defendido la despenalización del aborto, la legalización de las drogas y el matrimonio homosexual, arriesgando irritar a los falsos liberales?¿Quién es el amigo de Israel que reprueba con severidad la actitud hacia los palestinos del gobierno de Netanyahu? ¿Quién asumió la investigación del asesinato de los periodistas en Uchuraccay, cuyas conclusiones siguen siendo incomprendidas? ¿Quién ha combatido con más sustancia y constancia las dictaduras de todos los matices? ¿Quién inclinó la balanza a favor de la creación del Museo de la Memoria, antes de renunciar con estrépito para protestar contra la impunidad de violadores de DDHH?MVLl ha sido siempre irreductible a las líneas de frontera que prevalecen en nuestra sociedad. Su capacidad de irritar es consecuencia de su voluntad literaria y ciudadana de no respetar los silencios que fundan nuestro “pacto de hablar a media voz”: la cartografía del poder y la resistencia del individuo, evocadas por la Academia Sueca, retoman su tensión inevitable. La crítica había destacado que el protagonista de El sueño del celta… era un líder nacionalista. Así se define también el candidato que ganó la primera vuelta. El único que, para bien o para mal, puede impedir que la inspiración del próximo gobierno proceda de una celda de la Diroes.En momentos en que la mayoría de los sectores pudientes pretende devolver el poder a quienes lo ejercieron autocráticamente durante los años 90, MVLl vuelve a proclamar que la literatura es fuego. Y que entre nosotros el afecto y la admiración tienen la consistencia de la mazamorra.
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