Por: Antenor Maraví Izarra (*)
Como
en el viejo y dicharachero trabalenguas del Rey de Constantinopla y los
desconstantinopolizadores, - que tantas veces hemos repetido de niños -
en una especie de simil desestabilizador, conocidos mochileros y
agoreros de toda índole, con intenciones nada santas, aquí y allá, han
empezado a armar sus castillos pirotécnicos para la revocatoria de
algunos alcaldes distritales, provinciales y presidentes regionales del
país.
Si
bien es cierto que el ejercicio de la revocatoria es un instrumento
legal que confiere el derecho democrático a la sociedad civil con la
finalidad de potenciar la gobernabilidad y participación ciudadana. En
el caso específico de Ica, lo paradójico es que estas gestiones, entre
otras, conllevan intenciones de traerse abajo al actual presidente de la
Región, por resentimientos personales, auspiciada por el ex congresista
y ex alcalde Carlos Ramos Loayza, quien desde los años iniciales de sus
gestiones gubernativas, ubicadas en diferentes trincheras políticas,
poca o ninguna obra de envergadura ha impulsado por el
real desarrollo de Ica, y como tal, sus seudas preocupaciones de
vigilancia, no son sino simples ditirambos amenazantes a la real
estabilidad y desarrollo de la región.
Actualmente,
Ica es una de las zonas con mayor índice de incremento poblacional y
desarrollo económico, que urge y clama exigencias de buen gobierno, en
cuyo interín, ciertamente las actuales autoridades en sus
diferentes instancias gubernativas, tienen la obligación moral de mirar
más allá de sus narices y asumir retos de responsabilidad histórica.
En
materia de desarrollo urbanístico, antes que cualquier canto de sirena y
los gritos trasnochados de quienes dicen amarla, Ica exige con carácter
ineludible y perentoriedad, entre otras obras: 1. La
ubicación y construcción de un Terminal Terrestre, 2. Una laguna de
oxidación, 3. Construcción de un Relleno Sanitario y Planta de
Tratamiento de Residuos Sólidos, 4. Un camal nuevo y moderno.
En
la Provincia de Pisco como gratitud y homenaje al bicentenario del
desembarco de la Expedición Libertadora el 8 de Setiembre de 1820, debe
promoverse la construcción de un Hospital geriátrico y la habilitación
de un gran malecón que una las playas de Pisco y Paracas, con visión
arquitectónica y turística, para cuyo efecto, obviamente hará falta una
gestión con gran imaginación y dotes de estadistas que sepan armonizar
créditos y gestiones internacionales capaces de restañar sus lacerantes
heridas dejadas por el devastador terremoto del 15 de Agosto del 2007.
En
esta realidad empinada, llena de abrojos y cuentas por saldar, de
veras, cuanto nos dueles Ica, y nada más oportuno, para parafrasear al
poeta César Vallejo. Me viene, hay días, una gana ubérrima: ¡ Ah querer,
éste, el mío, éste, mi pueblo/ interhumano y parroquial, a veces un
proyecto y a la vez un cajón de promesas!. Me viene a pelo, y mis sueños
se erizan, / cuando algunos caminantes, gritan a los vientos/ y otros
persiguen a las sombras, / acusándose los unos a los otros/ antes que
ayudar y construir la alegría.
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