Por: Antenor Maraví Izarra(*)
En un país en que no pocos empresarios “Creen que solo tienen derechos y no obligaciones” , como escribió el filósofo español José Ortega y Gasset en “La rebelión de las masas”, la vida y trayectoria de Don ALFREDO ELIAS VARGAS, uno de los hijos preclaros y más conocidos en Ica, tanto por su reconocida solvencia económica, como por las innumerables actividades que participó incansablemente en la promoción y defensa del acervo cultural y las posibilidades de desarrollo, en sus diferentes vertientes, es una clara muestra de que cuando se quiere a la tierra y su rica heredad histórica, es posible participar y defender ese legado, ora como un próspero agricultor, ora como amante de los caballos de paso y el vuelo magistral de los gallos de pelea, y ora como un ciudadano que supo asumir con eficiencia cargos importantes en las exigencias y defensa de su pueblo, ICA.
Ese ciudadano singular y ejemplar que amó y defendió sin dobleces a su pueblo a lo largo de estas última siete décadas, es el distinguido ciudadano iqueño, más conocido como Don Alfredo, quien luego de un corto y lamentable tratamiento sin éxitos, recientemente ha fallecido en una clínica limeña.
En reconocimiento y honra a su polifacética y fecunda existencia iqueñista, siempre galopante con garbo y señorío, cual infatigable y magistral tejedor de los lazos de oro, de chalanes y caballos de paso, todos con orlas de campeones que dieron lauros y nombradía a Ica. Como un homenaje póstumo a su vital existencia, permítaseme insertar a renglón seguido, parte del poema que le dedicamos en vida en el poemario “Himnos Alzados”, publicados en el mes de Junio de 1986:
“Arre, arre caballito,/ viento de hierro y huarangos sonrientes/ oasis de sudores trashumantes/ y chaucatos enamorados./ Arre, arre caballito/ alazán de arcilla bendita,/ que bonito se abren tus pasos alados,/ que bonito abrazas el cielo y la tierra./ Arre a tu bozal argentado, /arre a tus ojos de caramelo azulado,/hijo de aljibes y dunas en llamas./
Arre, a tus requiebros/ arre, a tus cadencias/ arre al sol y la luna encantadas/ que tejieron tu sonrisa de campeón nacional…”
En esta hora de la despedida, donde el sol iqueño, quema cada vez más ascendente, y donde los proyectos de irrigación, subyacen fondeados dentro de las promesas incumplidas de los gobernantes de turno, extrañaremos tu voz de exigencias. En esta hora postrera, tras tu partida, el lino de tu poncho nupcial, hoy flamean de tristeza y luto, junto al paso galopante de tus caballos alados.
¡Cielo, extiende tus brazos de eternidad, que ahí, llega el chalán más grande del Perú…!
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