En esa especie de abulia, acostumbrados a guardar el silencio cómplice, que algunos suelen denominar prudencial,
frente a la inoperancia de nuestras autoridades de turno, para apoyar
las positivas gestiones y las buenas intenciones que de cuando en cuando
suelen presentarse en el cielo iqueño como la lluvia del maná, tal el
caso, de la Ley 25041 que fue promulgada el 14 de Junio de 1989, en la
que taxativamente dispone, grandes posibilidades para el desarrollo
armónico y sostenido en la defensa, conservación y promoción de la
cultura.
Esta
ley, promulgada en el primer gobierno del ex Presidente Alan García,
fue gestada y promovida, gracias a la incesante exigencia del entonces
parlamentario iqueño Dn. Fernando León de Vivero, con la precisión de
transferencia al INC-Ica la antigua casona, que entonces ocupaba
precariamente el Instituto Pedagógico “Juan XXIII”, - ubicada
en la intersección de los jirones Lima y Dos de Mayo, - para el
establecimiento de la “Casa de la Ciencia y Cultura Abraham Valdelomar”,
con la finalidad de recopilar, evaluar y monitorear el patrimonio
científico, cultural, histórico, arqueológico; así como promover una
permanente manifestación del arte, las letras y el folklore de la Región
Ica.
Las
exigencias de espacio y promoción de la cultura en el país, siempre han
sido consideradas como el patito feo de la película, en cuya realidad,
las gestiones de esta importante ley, único en su género, es muy posible
que al ex parlamentario León de Vivero, pese a su
reconocido liderazgo, le haya ocasionado más de un dolor de cabeza,
superar variadas peripecias y las tradicionales costumbres
parlamentarias, como moler ají, cebollas y ajos en un gran batán; pero
jamás, ni en sueños habría pensado que a lo largo de estos 22 años,
cinco meses y tres días, desde su promulgación, ninguna autoridad local,
ni los sucesivos representantes ante el Congreso de la República, entre
ellos reconocidos militantes del partido político de este veterano parlamentario
iqueño, no hicieran absolutamente nada por convertir en realidad esta
singular ley, de cuyas resultas, gracias a los efectos del reciente
movimiento sísmico, actualmente se ha convertido en terreno abandonado,
cargado de escombros, donde los perros callejeros y algunos malhechores
comparten espacios para sus necesidades.
Hay
un inocultable déficit cultural en Ica, las instituciones tutelares,
siguen adocenadas y reticentes en la necesaria defensa, promoción y
convocatoria de espacios a las nuevas generaciones, no
existen bibliotecas, los monumentos históricos siguen cayéndose a
pedazos y nadie dice nada. Al parecer hemos sido absorbidos por una
sociedad donde todo parece tener precio y donde las personas no son mas
que un engranaje en la enorme rueda comercial, que crece cada vez más
sin sentimientos valorativos a nuestra identidad y memoria colectiva.
Es imprescindible reformular los soportes y lineamientos que reorienten y dignifiquen nuestra heredad cultural,
urgen nuevos comportamientos, no ya como una cuestión idílica, sino
como un necesario desarrollo que nos permita aproximarnos a nosotros
mismos, que nos haga capaces de ver la vida desde una opción valorativa y
superior. La región Ica, como muy pocas en el país, tiene una gran
riqueza cultural que es necesario rescatar, cautelar y replantear su
plena vigencia histórica, en cuyo engranaje las autoridades y el pueblo
tienen el deber ineludible de velar por su intangibilidad y salvaguardia.
(*) www.lavozdeica.com
(*) www.lavozdeica.com
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