Antenor Maraví Izarra (*)
Luego
de las inundaciones que aún siguen amenazantes, igual que la seguidilla
de temblores, y para colmo con la grave secuela de la rotura del tubo
colector de desague que ya lleva cerca de un mes en varias zonas de la
Av. Los Maestros, tendido a lo largo de dos Km., por cuya razón con la
celeridad pertinente Ica, fue declarada en Emergencia por D.S.
012-2012-PCM. Sin embargo, ¿Qué más debe ocurrirle al pueblo iqueño,
para que el burgomaestre de la Municipalidad Provincial, antes que
sumarse a plenitud a la solución de estos males, extrañamente haya
tomado la decisión de coadyuvar la organización adelantada del Festival
de la Vendimia del 2 al 12 de Marzo.
No
entendemos qué es lo que ha obligado a tomar esta decisión al Alcalde
Mariano Nacimiento, que en todo caso, era y sigue siendo el llamado a
asumir prioritariamente en todas las instancias la protección preventiva
y salvaguarda del pueblo, pues para ello fue elegido. Aquí no importa
quién manda a quién, sino quién o quiénes equivocadamente quieren hacer
todo lo contrario, convirtiéndose en un caso de Ripley ante la mirada
nacional.
Y
aquí lo preocupante es que a pesar de que el actual burgomaestre, se
encuentra en su segundo mandato consecutivo, llama poderosamente la
atención que de manera obstinada no quiera escuchar las innumerables
sugerencias y peticiones legales, tanto de las instituciones públicas y
tutelares que en diversas oportunidades, sumadas a las protestas del
pueblo solicitando la suspensión de la realización de la Fiesta de la
Vendimia. ¿Qué es lo que está ocurriendo, que criterios e insinuaciones
mal habidas posibilitaron su decisión de marras, ¿O es que acaso creen
que la voz del pueblo es un ciruelo tirado y pisoteado en el camino?.
No
debemos olvidar que un municipio, es el escalón inicial de una sociedad
asociada a una determinada circunscripción territorial, que básicamente
debe promover y defender el bienestar de la comunidad a través de una
organización, administración y una dirección equilibrada; y como tal,
tiene el deber de velar la relación armoniosa de la ciudadanía afincada
en una determinada jurisdicción, en la que además de la adecuada
aplicación de las normas, quien ostenta el cargo mayor, en este caso el
Alcalde, tiene el deber ineludible de escuchar y atender la voz del
pueblo.
Frente
a estos hechos, posiblemente hay quienes encojan los hombros, y otros
tantos, llenen el corral de falsos halagos. Allá ellos; si leyeran un
poco encontrarían las claves de sus errores y decisiones equivocadas,
que sin duda afectan nuestras posibilidades de integración y desarrollo
democrático. Si no leen, y no aprenden, solo servirán para ayayeros de
sus propias limitaciones.
Mucho
cuidado, cuando la sociedad civil calla, tolera y algún sector,
obligados por las prebendas aplauden, todo puede ser afectado, derechos,
libertades, la democracia y el buen gobierno… ¡Todo !. De nada sirve
reaccionar cuando ya es demasiado tarde.