Retos y desafíos pendientes
Antenor Maraví Izarra(*)
En tiempos en que irremediablemente empiezan a hundirse los dogmas del neoliberalismo anunciando la catástrofe de la hegemonía financiera mundial de Washington; y en tiempos donde el rostro purulento de la corrupción en el Perú, una vez más salpican su fetidez desde los mismos petates gubernamentales, donde hace más de un siglo Dn. Manuel Gonzáles Prada, pronunciara la terrible sentencia de que somos un país “donde se pone el dedo brota pus”, - en ese ínterin de espasmos internacionales y enervantes constataciones nacionales – ayer 10 de Diciembre, se conmemoró en el mundo el 60 Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
¿Qué son los derechos humanos?
Hace 20 años la ONU, publicó un documento en el que los define como las condiciones inherentes a nuestra naturaleza, sin las cuáles no podemos vivir como seres humanos, una realidad exclusiva del ser humano es su DIGNIDAD. Es decir, no puede ser utilizado por otros, no puede ser cosificado, no es un medio sino un FIN en si mismo.
Tanto el hombre como la mujer, por el simple hecho de ser seres humanos, son sujetos de derechos, sin distinción de raza, sexo, edad, religión, credo político, nacionalidad, condición económica, cultural o social, en todo lugar y en todo momento. En tal sentido, los derechos humanos orientan el orden jurídico y requieren condición de respeto y protección en toda sociedad.
El primer artículo de esta histórica y trascendental declaración universal sostiene: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Escrito de este modo, el texto expresa un deseo, un sueño, una promesa que desde hace 60 años, los activistas y defensores de los derechos humanos, igual que los pueblos y los gobernantes democráticos, festejamos esta fecha con gran júbilo y alborozo a nivel internacional.
Los grandes retos, aún pendientes
En un país con profundas contradicciones sociales, con abismales diferencias en la distribución del ingreso, con una economía desarticulada y signada por la exclusión y la pobreza, con marcadas desigualdades, con nacionalidades, culturas y lenguas fuertemente arraigadas e históricamente marginadas, y sin un proyecto sostenido, ¿es posible hablar sobre la libertad, justicia, igualdad y fundamentalmente el respeto a la vida, tal como son señalados en el preámbulo de esta declaración universal en defensa de los derechos humanos?.
¿Cómo hablar de paz, del derecho a la educación, salud y la vivienda, cuando la extrema pobreza de una elevada cifra de la población nacional, aún sigue lacerando a diario la conciencia y la memoria de la Patria que nos legaron nuestros antecesores, próximo a cumplir el bicentenario de su independencia nacional del dominio español, donde los sueños y anhelos del pueblo siguen encapsulados en leyes y gestiones ajenas a sus demandas históricas?.
¿Cómo hablar de apoyo y participación del pueblo, cuando la corrupción y la impunidad, aquí y allá, siguen cabalgando abrazadas sin ninguna sanción. Cómo hablar de nuevos tiempos y esperanzas, cuando la gran mayoría de los damnificados por el devastador terremoto que asoló la Región Ica hace 16 meses, siguen durmiendo en carpas de hule y esteras, en tanto los gobernantes siguen repicando cada vez más las campanas de la privatización, ofertando el oro y el moro, sin entender que el pueblo confronta una dramática situación de extrema pobreza?.
En esta frontera de exigencias y obligadas reflexiones, entre la democracia y los bostezos de indiferencia de los representantes de los poderes del Estado, entre los que tienen todo y los que no tienen nada, una frontera entre la honestidad y los que siguen saqueando el país, ante el advenimiento de esta emblemática fecha que nos recuerda la Declaración Universal en defensa de los Derechos Humanos. En lo que respecta al ámbito de influencia de la Región Ica, es menester rescatar y resaltar la incansable presencia de la Comisión de los Derechos Humanos de Ica (CODEHICA), que a lo largo de estos últimos 26 años de vigencia institucional, ha venido bregando incesantemente por abrir los caminos en la defensa y promoción de los derechos del pueblo iqueño.
En ese noble empeño, los brazos de solidaridad que se enlazaron ayer en las diferentes arterias de Ica, orladas de globos blancos y banderines simbolizaron los viejos sueños de quienes hacen seis décadas encendieron estas luces, llenos de fraternidad y sueños de libertad, justicia e igualdad, en la defensa y reafirmación de la dignidad del ser humano. Y como tal, vayan desde estas líneas nuestro reconocimiento a los gobernantes y representantes de las instituciones tutelares, públicas y privadas del pueblo iqueño, a los hombres y mujeres de las organizaciones sociales de base, gremiales y profesionales, la sociedad civil y en particular la juventud, quiénes desde sus trincheras, hoy como ayer, con su sumatoria e inconfundible liderazgo afianzaron esa caminata al servicio y en defensa de la dignidad del ser humano.
¿Qué son los derechos humanos?
Hace 20 años la ONU, publicó un documento en el que los define como las condiciones inherentes a nuestra naturaleza, sin las cuáles no podemos vivir como seres humanos, una realidad exclusiva del ser humano es su DIGNIDAD. Es decir, no puede ser utilizado por otros, no puede ser cosificado, no es un medio sino un FIN en si mismo.
Tanto el hombre como la mujer, por el simple hecho de ser seres humanos, son sujetos de derechos, sin distinción de raza, sexo, edad, religión, credo político, nacionalidad, condición económica, cultural o social, en todo lugar y en todo momento. En tal sentido, los derechos humanos orientan el orden jurídico y requieren condición de respeto y protección en toda sociedad.
El primer artículo de esta histórica y trascendental declaración universal sostiene: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Escrito de este modo, el texto expresa un deseo, un sueño, una promesa que desde hace 60 años, los activistas y defensores de los derechos humanos, igual que los pueblos y los gobernantes democráticos, festejamos esta fecha con gran júbilo y alborozo a nivel internacional.
Los grandes retos, aún pendientes
En un país con profundas contradicciones sociales, con abismales diferencias en la distribución del ingreso, con una economía desarticulada y signada por la exclusión y la pobreza, con marcadas desigualdades, con nacionalidades, culturas y lenguas fuertemente arraigadas e históricamente marginadas, y sin un proyecto sostenido, ¿es posible hablar sobre la libertad, justicia, igualdad y fundamentalmente el respeto a la vida, tal como son señalados en el preámbulo de esta declaración universal en defensa de los derechos humanos?.
¿Cómo hablar de paz, del derecho a la educación, salud y la vivienda, cuando la extrema pobreza de una elevada cifra de la población nacional, aún sigue lacerando a diario la conciencia y la memoria de la Patria que nos legaron nuestros antecesores, próximo a cumplir el bicentenario de su independencia nacional del dominio español, donde los sueños y anhelos del pueblo siguen encapsulados en leyes y gestiones ajenas a sus demandas históricas?.
¿Cómo hablar de apoyo y participación del pueblo, cuando la corrupción y la impunidad, aquí y allá, siguen cabalgando abrazadas sin ninguna sanción. Cómo hablar de nuevos tiempos y esperanzas, cuando la gran mayoría de los damnificados por el devastador terremoto que asoló la Región Ica hace 16 meses, siguen durmiendo en carpas de hule y esteras, en tanto los gobernantes siguen repicando cada vez más las campanas de la privatización, ofertando el oro y el moro, sin entender que el pueblo confronta una dramática situación de extrema pobreza?.
En esta frontera de exigencias y obligadas reflexiones, entre la democracia y los bostezos de indiferencia de los representantes de los poderes del Estado, entre los que tienen todo y los que no tienen nada, una frontera entre la honestidad y los que siguen saqueando el país, ante el advenimiento de esta emblemática fecha que nos recuerda la Declaración Universal en defensa de los Derechos Humanos. En lo que respecta al ámbito de influencia de la Región Ica, es menester rescatar y resaltar la incansable presencia de la Comisión de los Derechos Humanos de Ica (CODEHICA), que a lo largo de estos últimos 26 años de vigencia institucional, ha venido bregando incesantemente por abrir los caminos en la defensa y promoción de los derechos del pueblo iqueño.
En ese noble empeño, los brazos de solidaridad que se enlazaron ayer en las diferentes arterias de Ica, orladas de globos blancos y banderines simbolizaron los viejos sueños de quienes hacen seis décadas encendieron estas luces, llenos de fraternidad y sueños de libertad, justicia e igualdad, en la defensa y reafirmación de la dignidad del ser humano. Y como tal, vayan desde estas líneas nuestro reconocimiento a los gobernantes y representantes de las instituciones tutelares, públicas y privadas del pueblo iqueño, a los hombres y mujeres de las organizaciones sociales de base, gremiales y profesionales, la sociedad civil y en particular la juventud, quiénes desde sus trincheras, hoy como ayer, con su sumatoria e inconfundible liderazgo afianzaron esa caminata al servicio y en defensa de la dignidad del ser humano.
(*) Diario Regional : La voz de Ica
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