Editor: Antenor Maraví
Confidencias en Alta Voz

viernes, 19 de marzo de 2010

Huayanay:
Tantas veces castigada por la naturaleza y las leyes del hombre

Antigua foto que registra el dialogo de los comuneros de Huayanay con el ex patron de la hacienda


Antenor Maraví Izarra
La antigua comunidad alto andina Huayanay, ubicada en el distrito Anta de la Provincia
Acobamba-Huancavelica, el seis de Febrero a horas 10 de la noche, nuevamente hizo noticia a nivel nacional, pero esta vez castigada por un devastador aluvión que prácticamente en su recorrido arrasó cubriendo de lodo, sembríos de cereales y papas, plantaciones de eucaliptos y quinuales, los animales domésticos y de labranza, destrucción de 28

viviendas y 17 en situación de graves deteriores. Igualmente la muerte de seis campesinos, entre niños, mujeres y ancianos, que luego de la información de Radio Programas y el Canal 7 Tv, a la fecha se encuentran nuevamente en literal abandono, confrontando una dramática sobrevivencia entre la precariedad y la ausencia de apoyo tanto del gobierno regional como central.
Según informaciones del Alcalde de la Provincia Acobamba, Prof. Clodoaldo Alvarez Oré, una precipitación incesante de lluvia torrencial que duró más de 12 horas, con ribetes de diluvio, motivó la unión de los ríos Chopcca y Paucará, aumentando el volumen del caudal en más de dos metros del río que discurre por Huayanay.
El Alcalde Alvarez Oré, ante nuestro requerimiento telefónico, cargado de un inocultable sentimiento de dolor por los damnificados, casi al borde de las lágrimas, nos manifestó: “Cuando recibí la comunicación, de inmediato, acompañado de una contingencia de trabajadores de la Municipalidad Provincial de Acobamba, la PNP, brigadas de salud y los representantes de la Fiscalía, nos constituimos a los lugares afectados por el huayco, y lo que encontramos fueron dramáticos cuadros, donde la lluvia incesante y las lágrimas de los damnificados parecían gruesas gotas aupadas a los rosarios colgados en sus pechos que insistentemente clamaban de rodillas, piedad a Dios, entre gritos y conmovedoras cánticos del “aya huantu”.
Los estragos de esta torrencial lluvia, además de Huayanay, causaron igualmente graves daños, en varios centros poblados de la provincia Acobamba, entre ellos Accopite, Calvario, la loma de Pueblo Viejo, Pumaranra y Huanccallaco, entre otros, donde los ojos de los gobernantes nunca han llegado, ni tampoco los medios de comunicación. Son los olvidados, los marginados, y los maltratados de siempre como el caso del ex Arzobispo de Ayacucho, hoy Cardenal Cipriani, quien nunca se compadeció ni se conmovió con el llanto y las súplicas constantes de los damnificados por la violencia, que insistentemente tocaron las puertas del Arzobispado, recibiendo como respuesta lapidaria, “Que los derechos humanos son cojudeces”. Y es que, en ese Perú real, lleno de leyes y promesas electoreras a escasos once años para cumplir el bicentenario de la Independencia nacional, los pueblos como Huayanay, siguen siendo los parias y marginados de siempre, que aparecen casi siempre en el contexto nacional solamente en situaciones de emergencia entre el bostezo esquivo de los gobernantes de turno.
Los interminables desafíos
A despecho del triunfalismo del Presidente García, quien a mandíbula batiente señala que el índice de la pobreza y extrema pobreza ha disminuido en el Perú, sin embargo en el mapa de la pobreza nacional, Huancavelica continúa con el triste privilegio de ser la región más pobre, en ese índice de privaciones y obstáculos al derecho al desarrollo humano, de acuerdo a las fuentes del INEI, dentro de los seis distritos más pobres del Perú, se encuentra Anta (Acobamba), en cuya jurisdicción está Huayanay, donde la extrema pobreza sigue confrontando muchos rostros y abarca más que un bajo ingreso económico, refleja elevados índices de morbi mortandad infantil, desnutrición, analfabetismo, deserción escolar, deficiencia alimenticia y vivienda. Reflejan vidas desesperadas, graves desigualdades, injusticias y desequilibrios económicos.
La extrema pobreza siempre ha sido un paisaje común en estos lares, donde la intensidad de la palabra poética y la universalidad del mensaje humano, tanto de Manuel Scorza (de ascendencia acobambina), o el recordado José María Arguedas, parecieran temblar en el aire abrazados al dolor constante del hombre y la mujer, agobiados por graves desigualdades e injusticias, en los que a pesar de todo, los esfuerzos personales y aislados de alcaldes como Clodoaldo Alvarez, representan un importante acicate y fortaleza de lucha contra ese olvido y las marginaciones palaciegas.
La otra historia de Huayanay
El año 1974, la ex hacienda Huayanay, - que hasta antes de la Reforma Agraria del Presidente Velasco Alvarado, fue propiedad de la familia Mescua Chamorro, en el que toda la población fueron denominados peyorativamente como chutos fueron considerados como “pongos” y “yanaconas” de la explotación patronal – provocó un inusitado despliegue informativo de la prensa nacional e internacional, por haber participado toda la población en el ajusticiamiento del ex mayordomo de la hacienda Matías Escobar, al estilo de “Fuente Ovejuna” del escritor español Lope de Vega.
Ante la pregunta del Juez, ¿Quién lo mató a Escobar?, todos los comuneros respondieron al unísono en quechua: No fuimos nosotros, no fueron ellos, no fui yo, no fue ninguno. Lo mató la “Ushanan Jampi” (La justicia que hace justicia, la comunidad, los que fueron, no fueron ellos).
Este auto inculpamiento masivo, y al mismo tiempo exculpatorio, puso en evidencia la secular e inmemorial marginación y olvido en los que vivían los pueblos andinos del país, donde siempre fueron víctimas de innumerables abusos y delitos que siempre quedaban impunes, entre ellos el asesinato del “varayocc” de la comunidad Eustaquio Palomino, violaciones frecuentes de las mujeres que cuidaban los animales en las punas, robos constantes de sus animales e incendio de sus modestas viviendas, hechps delictivos que fueron denunciados innumerables veces ante las autoridades pertinentes de la zona, y al no encontrar apoyo alguno en estas instancias, optaron por aplicar sus propios códigos de justicia.
Según las fuentes periodísticas de entonces, luego de capturar al delincuente, reunidos en la plaza un total de 221 comuneros se pusieron a deliberar, si lo conducían a Acobamba o a las autoridades de Huancavelica, optando por encerrarlo momentáneamente en la carceleta comunal, que finalmente exacerbados los ánimos y al no encontrar posibilidades de sanción y justicia en ninguno de los lugares señalados, lo sacaron de la carceleta, y todos se abalanzaron unos tras de otro para aplicarle el Ushanan Jampi (El remedio: La muerte). De cuyas resultas, muchos comuneros purgaron largas carcelerías, empero la justicia, contra la que se revelaron amparados en sus derechos y costumbres consuetudinarios, sigue igual que entonces con la venda puesta en los ojos, en cuyos linderos, hoy como ayer, las marcadas desigualdades en el desarrollo de los pueblos, con nacionalidades, culturas y lugares fuertemente arraigadas e históricamente opuestas, no han sido legisladas para ellos, los derechos de los pueblos como Huayanay, siguen importando un comino…...

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