Antenor Maraví Izarra (*)
Coincidente
al sensible deceso del reconocido médico psiquiatra, doctor Ascanio
Ramos Sotelo, acaecido en el Hospital Edgardo Rebagliati de Lima,
exactamente hace una semana recibí vía internet, un bello y aleccionador
mensaje de reflexión, sobre el silencio de las palabras, - esas mismas
palabras que son rutinarias en el ejercicio de la comunicación – de
pronto, ante la inesperada noticia del fallecimiento del viejo y
apreciado amigo, empezaron a repicar en mi mente, tañidos de dolor, y a
la vez, como una especie de hilo grueso, se atragantaron en mi garganta,
anudándose en el estómago, sin permitirme hilvanar palabra alguna.
Y es que, el entrañable amigo, Ascanio Ramos Sotelo, que hoy debe estar
gozando de la paz eterna y las luces refulgentes donde moran las almas
buenas, en vida, a lo largo de estos últimos siete lustros que radico en
Ica, fue uno de mis mejores amigos, con quien, pese a nuestras
diferencias ideológicas, compartí incontables e inolvidables tertulias,
todas llenas de alegrías y anécdotas, y otras tantas de debates sin
sabores, enfrascados en nuestros sueños utópicos, por una patria más
justa y solidaria.
Tantas
veces hemos encendido nuestras noches de insomnio con poemas tristes
como el de Manuel Scorza: Oyeme, Patria:/ Yo como tú estoy hecho con el
metal del humillado./ En las sierras se muerden la nieve/ hombres
amargos como yo;/en las aldeas tropiezan con su pecho/ hombres heridos
como yo;/ en pueblos pálidos se buscan entre las cáscaras/desgraciados
como yo.
Un
antiguo proverbio popular, señala: El verdadero amigo, por encima de
las antípodas de las pasiones políticas partidarias, que en más de las
veces suelen separar a las personas, hasta convertirlos en sectarios y
enemigos, no es aquel que te seca las lágrimas cuando lloras, sino el
que hace todo lo posible para que no derrames ninguna.
Los
días que conocí a Ascanio, además del cabal ejercicio de sus funciones
en la Jefatura de la hoy Sanidad de la PNP, la docencia en la
Universidad San Luis Gonzaga, y su acendrada dedicación en el campo de
la psiquiatría, en el hoy denominado Es Salud, fue uno de los pocos
apristas con quien alterné, sin los clásicos remilgos del torpe
sectarismo que aún subyace en todas las tiendas políticas, pues siempre
supo poner en alto sus dotes de maestro y fundamentalmente por sus
inocultables manifestaciones de pleno
respeto a la escala de valores humanos y morales, tan escasos en el
país, siempre alimentaron vigentes nuestra larga amistad.
Los
restos mortales de este excepcional médico, en pleno cumplimiento a su
decisión tomada en vida, sus exequias se efectuaron el domingo 18 del
presente mes en su tierra natal Huarmey. En cuyos aposentos telúricos,
han empezado a germinar nuevamente sus pasos iniciales, seguramente
hasta convertirse en el núcleo fértil de la tierra madre, del que
emergió hace 82 años. Así como las olas del mar, que regresan al mar,
hoy reposan sus restos mortales en su bien amado pueblo.
En
Eclesiastés 3:12, se precisa que todo tiene su tiempo, y todo tiene su
hora. Tiempo de nacer. Tiempo de morir y tiempo de honrar. Ya vendrán
tiempos, para escribir con más amplitud, sobre la vida y obras de este
excepcional maestro y dilecto amigo, cuya presencia para sus amigos
siempre ha sido y será como la sangre que ha sabido acudir a la herida,
sin esperar que la llamen. Descansa, pues, en paz inolvidable amigo.
(*) www.lavozdeica.com
1 comentario:
Dios te tenga en su Gloria Dr. Ascanio Ramos".. Siempre presente amigo.
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