La Oroya 01/01/74:Histórica manifestación en el local del Sindicato de Trabajadores Mineros. El General EP Jorge Fernández Maldonado , pronunciando un bibrante discurso tras la nacionalización de la ex poderosa empresa transnacional Cerro de Pasco Corporation
Escenario de demandas de dignidad nacional e interminables exigencias de derechos laborales y ambientales
Antenor Maraví Izarra
La Oroya, es una ciudad reconocida mundialmente como sede de una de las principales plantas de fundición y refinería minera ubicada en el centro del Perú que, a lo largo del siglo pasado, ocupó las primeras planas de los medios de comunicación con variadas e incesantes exigencias laborales y ambientales.
Convertida en la principal sede de decisión administrativa de la otrora empresa norteamericana “Cerro de Pasco Cooper Corporation”, desde los primeros años del siglo pasado, fue manejada a su libre albedrío durante más de 70 años, amasando pingues ganancias en las arcas de esta empresa transnacional, donde a la par, una larga historia de luchas y exigencias de justicia laboral y dignidad nacional de sus trabajadores, impulsaron la histórica decisión del gobierno revolucionario del General Juan Velasco Alvarado, quien el 1 enero de 1974 nacionalizó este importante enclave minero, convirtiéndolo en Centromín Perú; y finalmente el año 1998 como parte del sucio enjuague de privatizaciones articulados en los nefastos años de la dictadura Fujimorista, entre gallos y media noches, fue transferida a Doe Run Perú del grupo Renco de los Estados Unidos de Norteamérica. Actualmente esta empresa es la dueña y señora de los aires e incesantes avatares del pueblo, incluido sus justificadas demandas de salubridad y sueños de bienestar y respeto a su dignidad humana.
En resumen, esta es la situación real de tenencia y control de este importante centro minero del país que desde hace dos años ostenta la calificación como uno de los lugares más contaminados del mundo. Nunca antes confrontó esta situación de desprotección y abandono, las laderas que circundan y limitan el paso del río Mantaro se encuentran cubiertas de capas de hollín y óxidos contaminantes, que retratan su patética imagen de ciudad en agonía.
Nacionalización de la Cerro de Pasco Corporation
Como testigo de excepción, el autor de esta crónica, por haber participado como Maestro de Ceremonia de este importante acto histórico, de nacionalización y toma de posesión de la ex Cerro de Pasco Cooper Corporation, (hoy Doe Run) aun guardo fresco los recuerdos de esta importante decisión histórica de soberanía y dignidad nacionalista, acontecida en la ciudad de La Oroya, hace 35 años, 10 meses y 12 días.
En una mañana lluviosa y cielo encapotado, en una ceremonia vibrante y emotiva que el país hizo suyo la transmisión en cadena por radio y TV, de este importante hito en defensa de la dignidad y soberanía nacional llevado a cabo el primer día del año 1974, en el que, el entonces ministro de Energía y Minas General EP: Jorge Fernández Maldonado, acompañado por tres representantes de las Fuerzas Armadas, entre ellos, el ministro de Comercio General FAP Luis Arias Graziani, recibió las llaves del complejo metalúrgico de manos del Gerente de Operaciones de la ex Cerro, Harry M. Allen, quien visiblemente nervioso ante las cámaras, firmó el acta de toma de posesión y entregó las llaves del complejo metalúrgico, al ministro Fernández Maldonado, quien a su vez, hizo lo propio a Jorge Díaz Artieta, delegado de Centromín-Perú.
En Lima, simultáneamente el Administrador Oficial de la empresa estatal Centromín-Perú, que reemplazó a la Cerro en los negocios de ésta empresa, tomó posesión legal de la empresa expropiada en ceremonia efectuada en la sede central, a su vez, presidido por el General Velasco, se llevó a cabo en la Plaza San Martín una apotéosica manifestación en apoyo de esta memorable decisión anti-imperialista.
Una vez oficializada la toma de posesión de la Cerro en la ciudad La Oroya, el ministro Jorge Fernández Maldonado y su comitiva, entre los vítores del pueblo apostado a lo largo del recorrido, se dirigieron a pie, bajo una persistente llovizna, hasta el local del Sindicato de Obreros Metalúrgicos ubicado a unos 700 metros, pasando un puente sobre el río Mantaro, donde se desarrolló una enfervorizada manifestación.
En la ceremonia, el ministro Fernández Maldonado, dirigiéndose a la masa abigarrada de trabajadores que incesantes gritaban vivas a la revolución, les dijo: “Esta es la entrega más importante del gobierno revolucionario que rompe la estructura del imperialismo norteamericano afincado por tanto tiempo en este pueblo, con una elevada cuenta de humillaciones e injusticias contra el pueblo y sus trabajadores, en adelante queda bajo custodia y responsabilidad de sus trabajadores, que tienen la tarea de incrementar la producción con una sólida disciplina revolucionaria”.
Han transcurrido 35 años de este importante hito histórico de indudable reivindicación de los derechos laborales y la defensa de la dignidad y soberanía nacional. Igualmente han pasado 33 años de la desaparición física del General Velasco Alvarado, y cuando ya no pesan los miedos ni las bajas pasiones de quienes lo odiaron por su opción auténticamente revolucionaria, es menester recordar y honrar su memoria, pues, nunca antes el país tuvo un gobernante como el General Velasco, que tuvo la valentía de enfrentarse al imperialismo y esa vieja oligarquía parasitaria que se enriqueció con la vil explotación de nuestros ingentes recursos naturales.
A diferencia de quiénes hoy repican las campanas del neoliberalismo más voraz y cuasi de rodillas imploran a las empresas mineras por donativos voluntarios como derechos de tributación, este excepcional militar demostró no solamente coraje sino honor y generosidad por los excluidos y sojuzgados, supo inculcar con hechos el significado de la dignidad humana, la defensa de sus derechos, y fundamentalmente orientó la conducción de la soberanía nacional al real servicio de las grandes mayorías nacionales. En homenaje a la fecha de expropiación del complejo petrolero de Talara, instituyó el 9 de Octubre como “Día de la Dignidad Peruana”, ese es Velasco, y hoy solo queda el recuerdo imperecedero de su gloriosa gesta, que sin duda, en tiempos no lejanos, las pagínas de la historia nacional sabrán ubicarlo en su real dimensión.
Las cuentas pendientes de Doe Run y una torpe privatización de Centromín-Perú
El envenenamiento progresivo al que está expuesta La Oroya, no parece ser un asunto de preocupación para el actual gobierno, prueba de ello es la ampliación por 30 meses del Programa de Adecuación de Manejo Ambiental (PAMA) que recientemente otorgó el Congreso de la República a la empresa Doe Run (DRP), sellando de esta manera las exigencias y el enfrentamiento tanto de los trabajadores como del propio pueblo, pero en el cernidor de la realidad, desde hace 15 años siguen colándose cada vez más enervantes, los problemas ambientales y la inoperancia de otras unidades que pertenecieron a Centromín, los mismos que fueron rematados por partes en la carrera privatizadora dispuesta por Fujimori. Sobre esta oscura enajenación de los bienes estatales, el reconocido consultor e investigador de problemas mineros, Jorge Manco Zaconetti, señala: “nunca debió ejecutarse esta privatización, pues es atentatoria contra los activos y las empresas rentables que tenía el Estado peruano”. Al mismo tiempo, el patriarca de la minería peruana, Alberto Benavides de la Quintana, opinó contra su privatización fragmentada que algunos inversionistas y consultores auspiciaron, señaló: “En mi opinión, venderlas por separado hubiera sido como quitar el motor, para vender el automóvil (Revista Caretas, 12/5/04).
Centromín como empresa estatal operó hasta 1998 de manera integrada con sus unidades mineras de Andaychagua, San Cristóbal, Cerro de Pasco que fueron transferidas a la minera Volcan a fines de la década de los 90, al igual que las unidades de Casapalca (minera Yauricocha) y Morococha, que también fueron privatizadas con sus diversos proyectos como Antamina, Toromocho, respectivamente.
Actualmente, solamente la unidad de Cobriza está bajo responsabilidad de Doe Run Perú DRL, empresa que asumió la conducción de este complejo minero metalúrgico.
Los niños de plomo
La Oroya es una ciudad que debido a los altos niveles de contaminación que registra sus tierras y aguas, no puede desarrollar ningún tipo de actividad agraria ni ganadera. En un estudio elaborado el 2007 por ONGs ambientalistas de la zona, se demuestra que el nivel de plomo en el aire es mayor al estándar monitoreado en Canadá, por cuya razón el 90% de los niños poseen plomo en la sangre, con niveles que en promedio triplican los stándares aceptados por los centros para el control y prevención de enfermedades (CDC).
Esta es la realidad monda y lironda de la ciudad minera La Oroya, donde hoy el envenenamiento progresivo que afecta a toda la población, importa un comino a los nuevos martilleros de una privatización a ultranza de los recursos naturales y la variada capacidad instalada del país.
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