Néstor Núñez
Como era de esperar, el luchador revolucionario y ex guerrillero Tupamaro José Mujica se alzó con la presidencia uruguaya, tras ganar con más del 51 por ciento de los votos en segunda vuelta a su oponente de derecha, Luís Lacalle.
Mujica, quien releva en la primera magistratura al también frenteamplista Tabaré Vázquez, declaró que dará continuidad a los programas sociales de su predecesor, y ratificó el camino independiente de Uruguay en la arena internacional y su vocación latinoamericanista.
De hecho, la contienda en las urnas de este 29 de noviembre puso en la balanza dos opciones para la República Oriental.
De un lado, la trayectoria trazada por el Frente Amplio, que impulsa la justicia social, el fin de la pobreza y la indigencia, y la seguridad y prosperidad de todos los ciudadanos, y de otro el retorno al modelo neoliberal, empeñado en la privatización y la desnacionalización de las riquezas del país, la disminución del papel del estado sobre la economía, el imperio del libre mercado, la dependencia con relación a los centros imperialistas, y la supresión de programas sociales considerados incosteables e innecesarios.
En ese contexto, la opción de la mayoría de los uruguayos ha quedado clara, y concuerda con la que ya han asumido numerosas naciones del continente, cuyos gobiernos y pueblos han optado por los caminos de la independencia, la autodeterminación y la integración sobre bases solidarias y de equidad.
De alguna manera, la repetición de un gobierno de izquierda en Uruguay no debe ser una noticia agradable para los círculos imperialistas de poder. No sería lo mismo si a la jefatura del estado hubiese ascendido un abierto compinche de los planes hegemonistas e injerencistas fraguados en Washington.
De ahí que hasta el último momento, como reseñaba la prensa regional, las campañas contra la izquierda, y contra José Mujica, no cesaran, al punto que a pocos días de la cita a las urnas, se intentó vincular al ex combatiente revolucionario con el reciente allanamiento de la vivienda del contador Saúl Feldman, muerto durante el operativo, y donde se ocuparon unas 400 armas.
Se trataba, sencillamente, de despertar los “fantasmas subversivos” en torno al candidato del Frente Amplio, en una maniobra que finalmente cayó por su propio peso y no logró el propósito de disminuir el número de votantes proclives a la izquierda, según revelaron encuestas.
Así, la voluntad popular uruguaya acaba de refrendar su preferencia por la opción progresista, y el Frente Amplio se mantiene como la primera fuerza política en una nación de suma importancia en el controvertido escenario regional de nuestros días.
Mujica, quien releva en la primera magistratura al también frenteamplista Tabaré Vázquez, declaró que dará continuidad a los programas sociales de su predecesor, y ratificó el camino independiente de Uruguay en la arena internacional y su vocación latinoamericanista.
De hecho, la contienda en las urnas de este 29 de noviembre puso en la balanza dos opciones para la República Oriental.
De un lado, la trayectoria trazada por el Frente Amplio, que impulsa la justicia social, el fin de la pobreza y la indigencia, y la seguridad y prosperidad de todos los ciudadanos, y de otro el retorno al modelo neoliberal, empeñado en la privatización y la desnacionalización de las riquezas del país, la disminución del papel del estado sobre la economía, el imperio del libre mercado, la dependencia con relación a los centros imperialistas, y la supresión de programas sociales considerados incosteables e innecesarios.
En ese contexto, la opción de la mayoría de los uruguayos ha quedado clara, y concuerda con la que ya han asumido numerosas naciones del continente, cuyos gobiernos y pueblos han optado por los caminos de la independencia, la autodeterminación y la integración sobre bases solidarias y de equidad.
De alguna manera, la repetición de un gobierno de izquierda en Uruguay no debe ser una noticia agradable para los círculos imperialistas de poder. No sería lo mismo si a la jefatura del estado hubiese ascendido un abierto compinche de los planes hegemonistas e injerencistas fraguados en Washington.
De ahí que hasta el último momento, como reseñaba la prensa regional, las campañas contra la izquierda, y contra José Mujica, no cesaran, al punto que a pocos días de la cita a las urnas, se intentó vincular al ex combatiente revolucionario con el reciente allanamiento de la vivienda del contador Saúl Feldman, muerto durante el operativo, y donde se ocuparon unas 400 armas.
Se trataba, sencillamente, de despertar los “fantasmas subversivos” en torno al candidato del Frente Amplio, en una maniobra que finalmente cayó por su propio peso y no logró el propósito de disminuir el número de votantes proclives a la izquierda, según revelaron encuestas.
Así, la voluntad popular uruguaya acaba de refrendar su preferencia por la opción progresista, y el Frente Amplio se mantiene como la primera fuerza política en una nación de suma importancia en el controvertido escenario regional de nuestros días.
Fuente : ARGENPRESS
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