Editor: Antenor Maraví
Confidencias en Alta Voz

miércoles, 11 de noviembre de 2009


El otro terrorismo:
La banalidad del mal y la persecución

Antenor Maraví Izarra

En el juicio contra Adolf Eichmann, al hablar de la banalidad del mal y la irreflexión de quienes cometieron crímenes actuando bajo órdenes superiores en los años del holocausto nazi, Hannant Arendt señaló: “El solo hecho de haberse llevado a cabo en Israel frente a un Tribunal judío y bajo la presión de miles de familias afectadas, era suficiente para saber que la sentencia estaba escrita de antemano”. Habla, por sobre todo, de la importancia y la necesidad de consolidar el amor y la solidaridad con quienes sufrieron aquellos años nefastos, en los que, todos los sobrevivientes combatieron a viva voz el mal banal por considerarlo como uno de los peores males.
Paradójicamente de los dolorosos años de violencia que vivió el Perú en los años 80 y 90, no solamente las heridas siguen abiertas, sino que extrañamente las fuerzas oscurantistas, cada vez más vigorizadas, en vez de honrar esfuerzos por la integración y la reconciliación nacional, vienen alentando una política sistemática de hostigamiento e insultos, contra los que promueven y defienden los derechos humanos. Esta política es consentida desde el gobierno en abierta alianza entre el fujimorismo y el APRA, varios de cuyos miembros son asiduos concurrentes al palacio presidencial y sicarios de escándalos callejeros.
El caso de las reiteradas amenazas contra el ex presidente de la CVR doctor Salomón Lerner, demuestra la banalidad con la que actúan, muchos de ellos, posiblemente por ser violadores de los derechos humanos, se han sentido afectados por el sólido Informe Final presentado hace seis años en el palacio de gobierno, empero durante este lapso a muchos funcionarios gubernamentales y representantes de la patria, poco o nada les ha importado ese desgarrador informe.
Cuando las demandas de justicia, moralidad y exigencias de buen gobierno, colisionan con los extramuros de los rufianes se convierten en odios inverosímiles capaces de desatar todas las iras, y ese mal banal como decía Arendt Hannant, se convierte en uno de los peores males de la humanidad, pues habla, de una deshumanización y desidentificación con el medio. Habla por sobre todo, de falta de amor y solidaridad ante el sufrimiento de los seres humanos.
Delirantes rabietas y gritos desaforados
“Veinte años no son nada”, dicen las letras del tango, y el wayno ayacuchano“Mamacha de las mercedes” aún sigue arrancando lágrimas en las cuerdas de las guitarras, con preguntas y llantos incontenibles por tantos muertos y desparecidos, que hoy cual remolinos dolientes pululan en los mogollones de la impunidad y el silencio cómplice de quienes gobiernan.
Tras ese brutal silencio, hoy campea una especie de vorágine de hechos y circunstancias que no solo lindan en torpes declaraciones y acusaciones, sino en graves amenazas, como es el caso del doctor Salomón Lerner, ex presidente de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), y de quienes forman parte del colectivo nacional en la defensa de los derechos humanos del país. No ha sido fácil escuchar las delirantes rabietas y los gritos desaforados de algunos miembros del oficialismo, y en particular de los voceros de esa derecha parapetada en ciertos medios y cenáculos gubernamentales.
Para algunos analistas políticos, detrás de las amenazas contra el ex presidente de la CVR y las organizaciones no gubernamentales (ONGs), vendría de algunos miembros de las Fuerzas Armadas, implicados en los graves delitos cometidos en Putis, y en otros casos, vienen abiertamente desde el más alto nivel gubernamental, y lo que resulta grave y al mismo tiempo censurable, es que tanto el Vice Presidente Luis Gianpietri y los ministros de Defensa Rafael Rey y de Justicia Aurelio Pastor, al lado de ellos, de cuando en cuando, suele sumarse el cardenal Juan Luis Cipriani, para atacar sistemáticamente a quienes defienden los derechos humanos.
Al interior del país, igualmente, los agentes a sueldo del partido aprista para justificar sus inoperancias burocráticas no reparan en descargar sus baterías de odio contra los hijos del pueblo, como es el caso reciente del Presidente del Frente de Defensa de Ayacucho (FREDEPA), Iber Maraví Olarte, contra quien el gobernador de Ayacucho Eduardo Morales espetó torpes insinuaciones sobre su opción política y su participación democrática en la defensa de los derechos del pueblo ayacuchano. Igual caso ocurrió en el último exitoso paro de protesta del pueblo iqueño con exigencias por la reconstrucción y la condena a la ausencia de apoyo a los damnificados por el terremoto del 2007, en el que absurdamente, tanto el gobernador como el director de Cofopri, Eddy García Mendoza y César Salazar Carpio, respectivamente, con aires amenazantes y gritos destemplados señalaron a la Comisión de derechos humanos de Ica (Codehica) como causantes de la exitosa movilización ocurrida el mes de agosto último.
Pero la más condenable de esta maraña infame es el accionar de una red de cobardes, que amparados en el anonimato, el sábado 5 de Septiembre, envenenaron a dos perros en la casa del doctor Lerner, y el día miércoles 23 del mismo mes, llamaron a su oficina y a su casa, amenazándole que lo iban a matar como a sus perros. Coincidentemente, poco después de este terrorismo verbal en agravio del doctor Lerner, el Presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, General Francisco Contreras, pronunció un discurso atacando a los defensores de los derechos humanos, responsabilizándolos por su propia ineptitud en los desastres ocurridos en el VRAE, o en todo caso talvez sean, por las denuncias y exigencias de sanción a los responsables de los crímenes de lesa humanidad perpetrados en Putis, entre otros.
¿Qué son los derechos humanos y por qué defendemos?
Hace más de 25 años la ONU, publicó un documento en el que los define como las condiciones inherentes a nuestra naturaleza, sin las cuales no podemos vivir como seres humanos, una cualidad exclusiva del ser humano es su DIGNIDAD. Es decir no puede ser utilizado por otros, no puede ser cosificado, no es un medio sino un fin en si mismo.
Tanto el hombre como la mujer, por el simple hecho de ser seres humanos, son sujetos de derechos sin distinción de raza, sexo, edad, religión, credo político, nacionalidad, condición económica, cultural o social, en todo lugar y en todo momento. En tal sentido los derechos humanos orientan el orden jurídico y requieren condiciones de respeto y protección en toda sociedad.
En un país como el Perú, con profundas contradicciones sociales, con abismales diferencias en la distribución del ingreso, con una economía desarticulada y signada por la exclusión y la pobreza, ¿Cómo seguir callados e indiferentes ante tanta injusticia?. ¿Es posible hablar de libertad, igualdad y fundamentalmente de respeto a la vida, tal como son jerarquizados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos?.
¿Cómo hablar de paz, el derecho a la educación, salud y vivienda, cuando las víctimas de la violencia siguen estirando las manos con exigencias de reparación, cuando miles de damnificados por el devastador terremoto, siguen protagonizando dramáticas peripecias?. Entonces, no nos vengan pues con ocho cuartos ni amenazas. Como diría César Vallejo, más allá de los linderos palaciegos, hay un Perú que sufre.
En la tercera estrofa del poema, “La cena miserable”, nos habla: De codos/ todo bañado en llanto, repito cabizbajo/ y vencido: Hasta cuándo la cena durará./ Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla,/ y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara/ de amarga esencia humana, la tumba…/ y menos sabe/ ese oscuro hasta cuando la cena durará.

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