Editor: Antenor Maraví
Confidencias en Alta Voz: AL PAREDÓN: ALBERTO FUJIMORI Y LA PROCTOCRACIA EXCREMENTAL

domingo, 5 de abril de 2009

AL PAREDÓN: ALBERTO FUJIMORI Y LA PROCTOCRACIA EXCREMENTAL


Rodolfo Ybarra

Si alguien me dijera que Alberto Kenya Fujimori no es un ser humano sino un pedazo de excremento de perro, un resto fecal de la peor especie, le creería. Este señor --que confundió su gobierno con un desagüe y palacio con un inodoro, y se juntó a otros detritus (o ratas de alcantarilla) como don Vladimiro Montesinos y a otras excrecencias como las Marthas: Moyano-Hildebrandt-Chávez-- tiene todas las cualidades para pasar por la mierda más inmunda que le ha tocado vivir y soportar al Perú republicano.Sus habilidades de matemático le sirvieron para contar (con las manos atrás) uno a uno a todos los asesinados y desaparecidos en este país y, después, hacerse el loco (o el japonés con kosequi). Su dote de ingeniero le sirvió para construir (o mandar a hacer por lo bajo) todas las fosas comunes y los hornos crematorios que funcionaron a la perfección en los cuarteles del ejército donde se masacraron a poblaciones enteras, dizque posibles sospechosos de sedición en un país de cartón piedra y plutocrático donde el hambre, la miseria y el olvido siempre fueron sinónimos de subversión o, en el mejor de los casos, de conspiración o “resentimiento” (esas viejas palabrejas, rezagos de la supuesta independencia y de los señores feudales que hasta el día de hoy gobiernan).

Todo quedó hecho al detalle como esos colegios de la ignominia que se desmoronan y se caen a pedazos y sólo sirven para demostrarnos que un seísmo imperceptible o un viento fuerte puede ser fatal como una irremediable alegoría al cuento de los tres chanchitos, pero en la versión de Looney Tunes.Este ciudadano japonés que lobotomizó a su propia mujer, Susana Higuchi, y la convirtió en una débil mental a punta de puñetes, patadas y electricidad (y la encerró en una mazmorra mismo reyezuelo medioeval aventándole comida por debajo de la puerta), e hizo estudiar a sus engendros en Estados Unidos (“como debe ser” con dinero del Estado como hacen los dictadorzuelos africanos) se burló de la legalidad peruana, escupió sobre la constitución política de 1979 “que tanto nos costó”, vomitó su sanguaza sobre el congreso de la república, el poder burocrático que supuestamente impedía sus fines muy particulares, pero no porque el congreso tuviera algún fin altruista o alguna cualidad de nobleza, sino porque era una competencia a sus egoístas deseos. Y cuando todo estaba de cabeza y no tenía cómo justificar todas las trafas electorales y los “excesos” del “tío Vladi” (así le llamaba cariñosamente, Keiko Sofía, la casada con un holgazán norteamericano para obtener el pasaporte gringo, la que ahora quiere ser presidente para liberar a la mierda del excusado) y la sangre que brotaba por todos lados ya sea de las fosas comunes o de los asesinatos del grupo Colina y su jefe, el psicópata oligofrénico, Martín Rivas, simplemente se le ocurrió renunciar por fax e irse al Japón a probar suerte política; pero los japoneses que no son tontos ni cojudos le dieron una patada en el trasero y lo convirtieron en un payaso mediático para aliviar el estrés y reírse a carcajadas, y con las cejas muy arriba, de lo que puede hacer un japonés pendejerete (“El Lazarillo de Lima”) en una república bananera, en una mala emulación de país en la que cualquier cosa puede suceder.No olvidemos el “escándalo” de la ropa usada y las donaciones de dinero y otras especias que su familia se disputaba mismos chacales y animales carroñeros para lucrar con la miseria y la pobreza, importándole un comino la realidad peruana; para borrar eso y cada vez que ocurría alguna sorprendente develación o algún desliz mediático o alguna denuncia, salía Fujimori a regalar cocinas y prometer más colegios de quincha y barro cocido, más lozas deportivas descartables, más cocinas de juguete para ese Perú sobre el cual defecaba con la cohorte de empresauros, politiqueros, áulicos y todos esos pobres diablos llamados tristemente “los padres de la patria” cuando todavía se barajaban con ese cuento democrático y tanta estúpida leguleyada (los padres de la angurria, la ambición desmedida y el total despropósito político debería ser; que luego cuando el mismo fuji los sacó a patadas reclamaban que les paguen los sueldos y el dinero que habían “invertido”, mismo negocio, para hacerse elegir… ¿y dónde queda el servicio a la patria, el amor a la bandera, la lucha por la democracia, etc.,?

Ah, eso es otra historia de cañerías y tubos de pvc…), y los ministros como Tudela, el que bailaba al ritmo del organillo (que ahora quiere robarle la plata a su propio padre, a quien llama interdicto, y cuyo odio resentimientos y bajeza humana le impide apreciar los sentimientos y la “delicatessen” de un hombre de casi cien años enamorado de su madrastra); y con todos sus chicheritos y cumbiamberos de medio pelo (Rossy War, Ana Karina, el fenilcetonúrico Raúl Romero, etc., etc) y cientos de ciudadanos, la clásica portátil, a los que se le regalaba el almuerzo o un sanguchito para que agitaran banderitas anaranjadas y corearan ese estribillo simplón (“chino, chino, el baile del chino…”) que nos ha llevado a meditar si esto es realmente un país o un CORRAL DE CHANCHOS.Pero Fujimori no está solo, claro, una prueba de esta disentería política, de esta diarrea e incontinencia nefasta que mancha y hiede a todos los hogares peruanos, son todos esos delincuentes y pobres diablos que lo secundan y lo defienden a voz en cuello. El mojón Carlos Raffo que se caga en las leyes (por mutación o división celular ya que la mierda no puede excretarse a si misma) y ahora aprovecha su “inmunidad parlamentaria” para seguir con sus fechorías, las mismas que lo llevaron a “entregar” dinero a su amigo y hermano del alma, Vladimiro Montesinos, para financiar la(s) campaña(s) de Fujimori (para empezar ciento cincuenta mil dólares del Estado, seguro que hay más detrás de todo, eso debe ser la punta del iceberg). El monstruo “saravá” Delgado Aparicio cuyas cuentas bancarias deberían de abrirse, de seguro ese apego fujimorista, esa negra conciencia y esa fidelidad de equipo estereofónico japonés, tiene muchos fajos verdes sin justificación alguna (todavía se recuerda a su hija carbonizada en una discoteca de lujo con leones y otros animales salvajes en exhibición, en la que el empresauro Fahe Mitre se lavó las manos echándole la culpa a su administrador, el imbécil Percy North y al barman, la parte más débil de la soga, pero esa sigue siendo otra historia).

Al igual que todas esas arpías, incluida la Cuculiza que le hizo creer al país que su esposo (“un empresario como debe ser”) fue asesinado por “delincuentes terroristas” (para azuzar la salida del Perú de todos los pactos internacionales en relación a los derechos humanos) cuando en realidad fue un “ajuste de cuentas” porque el maridito no quería pagar una deuda; y el ejecutante fue un débil mental que luego, en privado y lejos de las cámaras de televisión, confesó su crimen; pero eso a nadie importó porque ya el asesinato o la construcción-del-asesinato (con muerto y todo) había tenido la repercusión política para licenciar a todos esos militares carniceros y matarifes de camal clandestino que barrieron con poblaciones enteras al ritmo pretérito del gaucho Cisneros y de generales como Víctor Malca, ex Ministro de Defensa (y su esposa-cómplice Clarissa Salaverry de Malca) que, cuando fue descubierto, no sabía cómo justificar los 14 millones de dólares que tenía en su cuenta (una de ellas en México). Fue un “regalo” dijo el miserable; de seguro fue un regalo por todos los muertos a los que tuvo que enterrar para seguir justificando el fujimorato y la “derrota del terrorismo”, o, quizá, alguna comisión obtenida por comprar armamento en desuso o chatarra bélica que ahora no sirve para nada, sólo para fundición en la siderúrgica de Chimbote.
La cerebrasténica y logorreica (término psiquiátrico que define a algún parlanchín con poca lógica) Martha Hildebrandt cuyos discursillos seudolingüísticos y cháchara descalibrante espanta a los estudiantitos de primeros ciclos de lengua y literatura o a los postulantes entrampados en el “razonamiento verbal” (RV) y la gramática generativa de Chonski o la neogramática de Ferdinand de Saussure, etc., pero que más allá de esa pose de mollera reblandecida se desluce la verdad como un orodil, pues ese cerebro laxo y esponjiforme sólo justifica como loro de hombro al “estratega” Fujimori, el caballero que según esta Martha, habla un español correcto y castizo, cuando es sabido y verdad de perogrullo que Fujimori habla el español como un niño de diez años y ni siquiera lee bien (lo hemos escuchado estos días), pero eso no es lo peor, y sólo sirve para demostrar que esta señora sólo ve lo que quiere ver y sufre de estrabismo mental y de un daltonismo especial: todo lo ve de color naranja. De seguro, también tiene alguna cuenta bancaria que no puede justificar, algún dinerito bajo el colchón o en el armario, dado como regalo a su carrera proteccionista y lambiscona. Algún día se revelarán sus secretos; pero de seguro, dada su edad (84 años), dirá que es inimputable como el viejo zorro Delgado Parker.De seguro, el abogánster, Nakasaki, el que defiende hasta el mismo diablo con tal de que le paguen bien (conocidos narcotraficantes y asesinos están en su larga lista de defendidos) debe estar pensando en algún estratagema, algún ardid o triquiñuela, para escuderear más allá de lo permisible a su cliente y cuasipaisano Alberto Fujimori.

De seguro, mañana el ronsoco sanchopancesco y uburreico publicitero Carlos Raffo sacará a los “partidarios” a gritar consignas indignantes: “Fujimori es inocente”, “Fujimori nos salvó del terrorismo”, “Fujimori trajo la prosperidad”, etc., etc.; y Kenji, el hijo imbécil por excelencia, el heredero a la fortuna Fujimori calculada en mil millones de dólares (al que Montesinos le entregaba las vedettes o las presentadoras de televisión que quería en un hotel lujoso de Barranco) y ahora moderno “personal training”, se sentirá el próximo ministro del interior o quizá, no me extrañaría, el posible presidente de esta republiqueta que debería de fusilar a todos estos traidores a la patria; sólo de esa forma se podría limpiar, en parte, a toda esa inmundicia que justificó un gobierno PROCTOCRÁTICO Y EXCREMENTAL.

Por eso sólo me queda decir como alguna vez refirió Manuel Gonzáles Prada (cuando un general corrupto le propuso gobernar el país) y como los ciudadanos de a pie, como las amas de casa (sin casa) como los profesores apaleados por reclamar mejores sueldos, como los médicos obligados a hacer turnos y a salir a las calle a medir la presión, como los jubilados desgañitándose por un sueldo miserable, como los obreros y campesinos olvidados por este supuesto desarrollo que en los próximos meses nos va a entregar a miles de despedidos; siguiendo el ejemplo de Rumanía cuando fusilaron al tirano estalinista Nicolae Ceausescu y su esposa, acusados de genocidio:

Al paredón a todos esos fujimoristas cómplices de asesinato, robo, desfalco, saqueo, malversación, narcotráfico y de esta PROCTOCRACIA EXCREMENTAL que hasta el día de hoy riega con sus aguas fétidas y servidas la historia del Perú.


Fuente: W. Orrillo L.

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