Por Daniel Bravo Dextre (*)
Cada día se registra en la ciudad de Ica un promedio de cien asaltos, de los cuales sólo el 10% es denunciado en las comisarías, debido a que la mayoría de la población ya no confía en la eficacia de la Policía Nacional. Esta es la cruda realidad que se vive en la ciudad de Ica y campiña, donde ya no existe un lugar seguro para que las personas puedan transitar libremente sin ser agredidas y despojadas de sus pertenencias.
El Sistema de Seguridad policial ha fracasado, incluido Seguridad Ciudadana (Serenazgo) que en Ica se ha reducido a su mínima expresión, porque únicamente se limita a fustigar a los pequeños ambulantes arrebatándoles su mercadería e incurriendo en pillaje, ya que la mayoría de agentes municipales se queda con gran parte de lo decomisado para su uso personal, según las denuncias que recibimos a diario.
Cada día se registra en la ciudad de Ica un promedio de cien asaltos, de los cuales sólo el 10% es denunciado en las comisarías, debido a que la mayoría de la población ya no confía en la eficacia de la Policía Nacional. Esta es la cruda realidad que se vive en la ciudad de Ica y campiña, donde ya no existe un lugar seguro para que las personas puedan transitar libremente sin ser agredidas y despojadas de sus pertenencias.
El Sistema de Seguridad policial ha fracasado, incluido Seguridad Ciudadana (Serenazgo) que en Ica se ha reducido a su mínima expresión, porque únicamente se limita a fustigar a los pequeños ambulantes arrebatándoles su mercadería e incurriendo en pillaje, ya que la mayoría de agentes municipales se queda con gran parte de lo decomisado para su uso personal, según las denuncias que recibimos a diario.
La policía Nacional en Ica, ha perdido su mística; la mayoría de efectivos están petrificados en vida, no reaccionan ante una violación o abuso sexual (los delincuentes drogadictos raptan jovencitas, las hacen sus mujeres, conviven con ellas y no pasa nada), salvo cuando se trata de niñitas (os) y cuando la prensa fustiga. Cuando alguien es asaltado y violentado en sus derechos, a acudir a la Comisaría o Puesto Policial es un verdadero vía crucis, porque le piden para pasajes, para gaseosa y para otros engreimientos. Al final el agraviado termina gastando más de lo que costaba su celular o artefacto sustraído, porque los casos casi nunca son resueltos.
Hasta ahora las capturas sonadas han sido de aquellos sujetos que asaltaron Telefónica, el Banco Falabella, el grifo de Félix Posadas, el grifo de Rómulo Triveño, entre otras empresas de gran capital que cuentan con recursos para “pagar recompensas”; pero, ¿Que fue de los robos y asaltos en los colegios “San Luis Gonzaga” y “Nuestra Señora de las Mercedes”, a la propietaria del grifo Luren, a los empresarios y pequeños comerciantes que los asaltan a diario saliendo de las entidades bancarias, a las miles de personas que les arrebatan su celular y sustraen los auto partes de vehículos estacionados, luego lo venden en la calle Tumbes a los reducidores (ayer vimos a dos efectivos policiales vestidos de civil merodeando por la llamada cachina, supuestamente pidiendo cupos a los reducidores)?.
La delincuencia cada día se acrecienta porque no existe sanción ejemplarizadora. Las leyes son bastante benignas por no haber sanción ni carcelería en los casos de menor cuantía, porque ello sólo funciona cuando se producen arrebatos sin violencia y cuando el sujeto actuante incurre en delito por primera vez, más no cuando los ladrones utilizan armas de fuego o punzo cortantes, o cuando son reincidentes.
Los policías, los jueces y fiscales cuentan con instrumentos legales para hacer sentir el peso de la ley, pero no los emplean porque son muy complacientes, no se estiman y no son sensibles frente al dolor humano.
El delincuente en las calles es el amo y señor, y cuando está en grupo se ensañan con sus víctimas, no tienen piedad, las violan, las maltratan y las asustan con sus armas; pero cuando son capturados ponen su cara de “mosca muerta” y se convierten en la “catedral del cinismo”, asesorados por abogados sin ética, que solo ven el lucro. Es así que los operadores de justicia deciden darle una nueva oportunidad (la tercera, la cuarta, la quinta…) y así es como los malhechores, actúan muy orondos en Ica, como Pedro en casa, sin ninguna enmienda.
Por esta cadena de deficiencias, agravada supuestamente por la escasa dotación de efectivos para proteger las zonas vulnerables, - sin embargo todos los bancos financieros cuentan con custodia policial – en tanto, los robos están a la orden del día en las zonas marginales (La Esperanza, La Palma, Pasaje el Dique, Av. Siete de Acomayo, Manzanilla etc).
En la Ciudad Universitaria y el CEPU los delincuentes asaltan a las jóvenes con cuchillo en mano, cuando cruzan el puente peatonal o cuando se ubican al frente o al otro lado de la pista para esperar los micros. Son cuatro los rufianes que a diario hacen de las suyas, sin que las autoridades ni los efectivos policiales puedan poner coto.
Si esta situación continúa sin la concertación planificadora y de buena voluntad de las autoridades, pronto llegará el día en que, en Ica sea imposible transitar por la ciudad y los distritos. Si las autoridades no reaccionan con celeridad, los delincuentes entonces habrán constituido ejércitos, acuartelados en zonas y calles, igual que en el Callao, donde en ciertas zonas la vida no vale nada, y los sicarios cual protagonistas de los “Heraldos Negros” decidirán la suerte del vecindario, ¿Estará enterado de esta realidad el inamovible ministro del Interior, Luis Alva?
(*) Periodista del Diario Regional: La Voz de Ica
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