Por: Antenor Maraví Izarra (*)
En
su reciente visita a Ica, el presidente Ollanta Humala, sorprendido por
el hallazgo de un cerro de basura acumulada en el río Ica, preocupado
por la ostensible
desidia del vecindario
y de las autoridades pertinentes que no supieron cumplir con su rol
cívico
y exigir su respectivo mantenimiento y limpieza, tuvo que verse obligado
a disponer el apoyo de los miembros del Ejército para botar las
toneladas de basura acumulada, pero malaya nuestra inveterada costumbre,
transcurrido apenas unos días, nuevamente se siguen
arrojando desperdicios, con el agravante de que en algunas zonas urbanas
los camiones recolectores de la municipalidad provincial no cumplen con
recoger en sus respectivos horarios y en algunos casos y zonas las
bolsas se mosquean varios días esperando su paso,
donde los perros callejeros hacen su festín.
Igualmente
en los lugares baldíos y las zonas sub urbanas los carretilleros siguen
arrojando sus cargamentos sin que medie control ni sanción alguna, que a
todas
luces atentan contra la salud y la buena imagen de esta ciudad, en la
que en materia de limpieza, cuasi siempre se han arrojado la basura en
cualquier parte, contaminando valiosos terrenos y el medio ambiente como
es el caso de la ex laguna y balneario la Huega,
entre otros.
Lo
que está ocurriendo en materia de limpieza y mantenimiento del ornato
urbanístico de Ica, que nunca se acaba ni tampoco se inicia con la
participación de
la comunidad debidamente concertada, nos hace recordar la historia de
Sísifo en la mitología griega que fue condenado a cumplir un castigo
interminable, “que consistía en empujar una piedra enorme cuesta arriba
por una ladera empinada, pero antes de que alcanzara
la cima de la colina, la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo
siempre tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez”.
Es
hora pues, de que las tareas del bien común de esta tierra nuestra,
todos compartamos y participemos, tanto más porque los primeros
beneficiarios siempre
seremos nosotros mismos, amén de la buena imagen que todos tenemos
contraído y debemos procurar siempre por el bien de ICA.
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