El ministro de defensa, alias gato gordo, ha puesto el grito en el cielo porque los ricos fundillos de Leysi Suárez están depositados sobre el sagrado pabellón nacional. Qué ignominia dios mío, dice Antero Flores, mientras las tropas norteamericanas andan metidas en Ayacucho y la Amazonía, alarmando a una población sensibilizada por la guerra interna. Qué terrible, dice el ministro tránsfuga, en tanto sigue escondiendo a los soldados que mataron a 480 campesinos de la comunidad de Putis.
Critican el culo de la modelo anatómicamente depositado sobre la vicuña, el arbolito y la cornucopia, cuando el gobierno está entregando puertos, minas, tierras comunales, bosques al capital extranjero. Qué concha, criticar el lindo poto de leysi y dicen que es un atentado contra la nación y sus símbolos, cuando Antero, Alan, Giampietri y toda su corte de entreguistas tienen el mismo patriotismo que Standard Poors, el FMI o Yanacocha, es decir nada. Francamente prefiero las ampulosas posaderas de Leysi sobre mi vilipendiado pabellón nacional, que aguantar el falaz discurso de gato gordo y los otros despenseros. Los que están hasta el culo son ellos.
Rodrigo Nùñez
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