La situación parecía empantanada a favor de los golpistas hasta que Zelaya entró clandestinamente a Honduras y se instaló en la embajada de Brasil. El gobierno de Micheletti ni se la olió y delante de sus narices se le volteó la tortilla, porque ahora cohabitan en el mismo centro de Tegucigalpa dos presidentes, el golpista y el democrático, el dictador y el mandatario moral y legítimo. Complicada situación para los gorilas. Aislados en el mundo, la tenaza internacional comienza a asfixiar a los militares y sus títeres en su propio territorio.
Rara suerte la de estos fascistas de republiqueta. Tienen a Obama y a Fidel Castro en contra, a la UE, la ONU y a la OEA, y a toda América Latina atenta y unida tras el liderazgo de Lula, para hacer cumplir la Carta Interamericana. Solo el estado sionista de Israel apoya al régimen de facto, para vergüenza de mis amigos judíos. Es conocido que operadores del Mossad asesoran a Micheletti y son los que diseñan las políticas represivas y el cerco informativo para neutralizar a la oposición democrática. Ayer revisaba “La Tribuna” y “La Prensa online” de Honduras, y los comentarios habían sido desactivados, mientras decenas de periodistas independientes eran encausados judicialmente.
Sería torpe de parte de los golpistas entrar a sangre y fuego a la embajada de Brasil para capturar a Zelaya, aunque ya le cortaron la luz y el agua. El orden internacional estaría amenazado y Brasil tendría la justificación ética para comandar una intervención armada en Honduras. Por el momento la única alternativa de Micheletti es atemorizar a su población, ampliar el toque de queda e incomunicar a Zelaya en la embajada. Pero el tiempo corre a favor del presidente legítimo, a medida que la situación política y económica se deteriora.Por lo pronto la embajada norteamericana ya tiene la orden de ayudar a los diplomáticos brasileños, y algunos de los participantes de las ilegítimas elecciones del 29 de noviembre, como el derechista partido Nacional, se comienzan a desmarcar del régimen. Por otra parte los golpistas han sufrido una derrota moral, al no detectar la entrada de Zelaya. En el arte de la guerra (diplomatica) el engaño es determinante, decía Sun Tzu hace tres mil años. Es evidente que la CIA desinformó a los militares hondureños dirigidos por Romeo Vásquez, y los dejó en el ridículo. Entretanto las sanciones económicas a Honduras ya comenzaron a surtir efecto.
La economía se hunde y el FMI se inhibiría en los próximos días de lanzarle una boya de auxilio a través de un crédito puente.Sin embargo llama la atención la pertinacia y la inflexibilidad de los golpistas. ¿Qué fuerzas poderosas están detrás de Micheletti? Nada menos que la parasitaria oligarquía hondureña, apertrechada detrás de las inversiones extranjeras en el agro y los servicios. Esas fuerzas, escudadas en unas fuerzas armadas corruptas y apoyadas por el pentágono, han dirigido los destinos de Honduras desde hace un siglo y han creado un sistema institucional a su medida.
No otra cosa es la constitución de 1982, llena de candados y artículos pétreos, para evitar el surgimiento de nuevas voces políticas.Esa oligarquía conservadora y fascista es la culpable de que Honduras sea una democracia de mentira, con bajísimos niveles educativos y un férreo control de los medios. A la luz de su constitución de 1982 y durante el mandato de Suazo, se exterminó a toda una generación de dirigentes populares, en uno de los episodios más terribles y oscuros de la historia latinoamericana. En los latifundios de Honduras se entrenó a los “contras” nicaragüenses durante la era de Reagan, para derrocar a los sandinistas. Esa es la nefasta estirpe de los dictadores de hoy.Sin embargo los tiempos cambian. La hora final de los golpistas se avecina en estos tiempos de Obama, Hugo Chavez y de Lula. ¿Quién dijo que la guerra fría había vuelto? Solo el “neocon” desubicado de Alan...
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