El martes 11 de septiembre de 1973, el destino de toda una nación y las esperanzas de un continente van a bascular el curso de la historia…
La desaparición forzada, la tortura, la prisión política y la delación inaugurarán una etapa considerada “exitosa” por los Estados Unidos. El Presidente Salvador Allende Gossens, dejó su vida en el empeño de llevar a cabo el mandato de su pueblo y se constituyó, para el mundo entero en un símbolo de dignidad. A pesar que su gobierno no alcanzó a la mitad del periodo, Allende fue una de las figuras más decisivas en la historia de Chile del siglo veinte. Hoy, desde la entraña del poder norteamericano: Informe Church, desclasificados de la CIA, memorias personales de autoridades cercanas a Nixon, podemos saber a ciencia cierta de la sangrienta operación fraguada durante diez años por los EE.UU. (1963-1973).
Tras el reconocimiento del triunfo de Allende, por parte del Senado chileno, en USA se registran dos reuniones con fecha 8 y 14 de septiembre de 1970. En esos mismos días, el presidente de la Pepsi-Cola, Donald M. Kendall, estampó su huella en esta trágica historia. EL 14 de septiembre, diez días después de la elección presidencial chilena, Kendall fue a la Casa Blanca y le pidió a Nixon, quién había sido abogado de la Pepsi-Cola, que le concediera una audiencia extraordinaria a un chileno amigo y socio suyo: Agustín Edwards, propietario de uno de los diarios más influyentes de Chile: El Mercurio. La relación entre Nixon y Kendall estaba basada en una deuda política y como las deudas se pagan… Kendall había reconstruido a Nixon políticamente tras su derrota en la gobernación por California, hasta llevarlo a la Casa Blanca.
Se repitió una escena tantas veces vivida en América Latina: el poder de las transnacionales buscando torcer a su favor y por sus intereses la historia, sin importar los costos humanos y asociándose para ello con los empresarios locales ultraconservadores.
La reunión entre Nixon y Kendall se realizó al día siguiente, 15 de septiembre de 1970, lo que indica la prioridad del asunto para la casa Blanca. El poderoso empresario chileno Agustín Edwards pidió la ayuda de Estados Unidos para evitar el desastre en Chile.(1) Kissinger en sus memorias le endosa al chileno Edwards la responsabilidad de haber presionado a Nixon, de haberle “calentado” el ánimo para que decidiera acciones drásticas. Tras esta entrevista Nixon se junto, esa misma tarde, con Kissinger; el fiscal general (General Attorney) John Mitchell –quien se encontraba ahí a título privado y no oficial-; y Richard Helms, director de la CIA, quién registro algunas notas de esa reunión:
- Aunque tenga una sola oportunidad entre diez, salve a Chile
- Gastar duro - No importa los riesgos que haya que correr
- No meter a la embajada en esto
- Diez millones de dólares disponibles, más si es necesario
- Trabajar a tiempo completo, los mejores hombres disponibles
- Elaborar un plan estratégico de supuestos variables
- Hacer aullar de dolor a la economía (chilena)
- 48 horas para el plan de acción
“En ese encuentro, Nixon nos ordenó a los tres no informar de esas instrucciones al Secretario de Estado, al Secretario de Defensa, al embajador en Chile y al jefe de la CIA en Chile. De toda mi carrera esa fue la ocasión en que tuve un mayor secreto”, aseguró Richard Helms al escribir sus memorias.
El Informe Church anotó así el resultado de tal cita: “El 15 de septiembre, el Presidente Nixon informó al director de la CIA, Richard Helms, que un gobierno allendista no era aceptable para los Estados Unidos e instruyó a la CIA para que jugara un rol directo en organizar un golpe de Estado en Chile para evitar que Allende accediera a la presidencia”. Y el propio director de la CIA lo ratificó en sus memorias: “El Presidente me ordenó instigar un golpe militar en Chile, un país hasta entonces democrático”.(2) Y agregó en sus notas que a Nixon y a Kissinger “no les preocupaban los riesgos que esto entrañaba”. Sin embargo esta primera etapa destinada a evitar la presidencia de Allende fracasó rotundamente, lo que dio inicio a una segunda reunión de urgencia. A esas alturas, con Allende instalado en la Moneda, todos los esfuerzos de la Casa Blanca –concluyó el Informe Church- “estaban orientados al golpe militar”.
El resultado de esta sedición norteamericana, tras 35 años de ocurridos los hechos, generan hoy reflexiones interesantes e inéditas de cuatro chilenos bien situados para una lectura histórica y de sus efectos reales en el Chile de hoy. La exitosa estrategia de los EE.UU. y su perfeccionamiento e incursión en otros países del tercer mundo. La necesidad de la memoria histórica y el rol de los medios.
Tras el reconocimiento del triunfo de Allende, por parte del Senado chileno, en USA se registran dos reuniones con fecha 8 y 14 de septiembre de 1970. En esos mismos días, el presidente de la Pepsi-Cola, Donald M. Kendall, estampó su huella en esta trágica historia. EL 14 de septiembre, diez días después de la elección presidencial chilena, Kendall fue a la Casa Blanca y le pidió a Nixon, quién había sido abogado de la Pepsi-Cola, que le concediera una audiencia extraordinaria a un chileno amigo y socio suyo: Agustín Edwards, propietario de uno de los diarios más influyentes de Chile: El Mercurio. La relación entre Nixon y Kendall estaba basada en una deuda política y como las deudas se pagan… Kendall había reconstruido a Nixon políticamente tras su derrota en la gobernación por California, hasta llevarlo a la Casa Blanca.
Se repitió una escena tantas veces vivida en América Latina: el poder de las transnacionales buscando torcer a su favor y por sus intereses la historia, sin importar los costos humanos y asociándose para ello con los empresarios locales ultraconservadores.
La reunión entre Nixon y Kendall se realizó al día siguiente, 15 de septiembre de 1970, lo que indica la prioridad del asunto para la casa Blanca. El poderoso empresario chileno Agustín Edwards pidió la ayuda de Estados Unidos para evitar el desastre en Chile.(1) Kissinger en sus memorias le endosa al chileno Edwards la responsabilidad de haber presionado a Nixon, de haberle “calentado” el ánimo para que decidiera acciones drásticas. Tras esta entrevista Nixon se junto, esa misma tarde, con Kissinger; el fiscal general (General Attorney) John Mitchell –quien se encontraba ahí a título privado y no oficial-; y Richard Helms, director de la CIA, quién registro algunas notas de esa reunión:
- Aunque tenga una sola oportunidad entre diez, salve a Chile
- Gastar duro - No importa los riesgos que haya que correr
- No meter a la embajada en esto
- Diez millones de dólares disponibles, más si es necesario
- Trabajar a tiempo completo, los mejores hombres disponibles
- Elaborar un plan estratégico de supuestos variables
- Hacer aullar de dolor a la economía (chilena)
- 48 horas para el plan de acción
“En ese encuentro, Nixon nos ordenó a los tres no informar de esas instrucciones al Secretario de Estado, al Secretario de Defensa, al embajador en Chile y al jefe de la CIA en Chile. De toda mi carrera esa fue la ocasión en que tuve un mayor secreto”, aseguró Richard Helms al escribir sus memorias.
El Informe Church anotó así el resultado de tal cita: “El 15 de septiembre, el Presidente Nixon informó al director de la CIA, Richard Helms, que un gobierno allendista no era aceptable para los Estados Unidos e instruyó a la CIA para que jugara un rol directo en organizar un golpe de Estado en Chile para evitar que Allende accediera a la presidencia”. Y el propio director de la CIA lo ratificó en sus memorias: “El Presidente me ordenó instigar un golpe militar en Chile, un país hasta entonces democrático”.(2) Y agregó en sus notas que a Nixon y a Kissinger “no les preocupaban los riesgos que esto entrañaba”. Sin embargo esta primera etapa destinada a evitar la presidencia de Allende fracasó rotundamente, lo que dio inicio a una segunda reunión de urgencia. A esas alturas, con Allende instalado en la Moneda, todos los esfuerzos de la Casa Blanca –concluyó el Informe Church- “estaban orientados al golpe militar”.
El resultado de esta sedición norteamericana, tras 35 años de ocurridos los hechos, generan hoy reflexiones interesantes e inéditas de cuatro chilenos bien situados para una lectura histórica y de sus efectos reales en el Chile de hoy. La exitosa estrategia de los EE.UU. y su perfeccionamiento e incursión en otros países del tercer mundo. La necesidad de la memoria histórica y el rol de los medios.
Fuente: Masa
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