Juan Álvarez Morales.
Sin duda, el presidente Alan García ahora sí tiene motivos para preocuparse. Tanto se estaba esforzando para que la gente deje de relacionar esta segunda gestión presidencial suya con la que realizó erróneamente hace 20 años, para que de un golpe dominical se le vengan encima todos los malos recuerdos.
Porque si ya le estaba resultando difícil convencernos de que la angustia económica de estos días se debe más a factores externos que a internos, ahora le será más complicado quitar del imaginario popular la idea de que él no tiene nada que ver con el recientemente descubierto acto de corrupción en la entrega de lotes petroleros a una empresa noruega. Y vaya que les debe ese 'favor' a varios compañeros, en especial a Rómulo León Alegría.
¿Le bastarán al presidente García sus visitas relámpago en provincias para ofrecer discursos donde, indignadísimo, promete exterminar a las ratas que ejecutan la corrupción en su gobierno? ¿Será suficiente que corte las cabezas de los personajes corruptos visibles, pero menores, en lugar de conducirnos hacia los roedores gordos que, apoyados en esa invisibilidad que ganan con dinero, siempre quedan al margen de toda investigación?
¿Acaso será que estas perniciosas alimañas están más cerca de él de lo que la minoría de peruanos cree? Algo me dice que los ecos de estos audios son de una magnitud insospechada.
Porque si ya le estaba resultando difícil convencernos de que la angustia económica de estos días se debe más a factores externos que a internos, ahora le será más complicado quitar del imaginario popular la idea de que él no tiene nada que ver con el recientemente descubierto acto de corrupción en la entrega de lotes petroleros a una empresa noruega. Y vaya que les debe ese 'favor' a varios compañeros, en especial a Rómulo León Alegría.
¿Le bastarán al presidente García sus visitas relámpago en provincias para ofrecer discursos donde, indignadísimo, promete exterminar a las ratas que ejecutan la corrupción en su gobierno? ¿Será suficiente que corte las cabezas de los personajes corruptos visibles, pero menores, en lugar de conducirnos hacia los roedores gordos que, apoyados en esa invisibilidad que ganan con dinero, siempre quedan al margen de toda investigación?
¿Acaso será que estas perniciosas alimañas están más cerca de él de lo que la minoría de peruanos cree? Algo me dice que los ecos de estos audios son de una magnitud insospechada.
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