Oscar Ugarteche (*)
La mañana del 29 de septiembre del 2008 se discutió en el Congreso estadounidense la iniciativa del Secretario del Tesoro, Hank Paulson (HP) para comprar activos de los bancos de inversión. Esta iniciativa que había sido rechazada por la población en su conjunto porque se entendió como un rescate de los banqueros ricos y no de los deudores pobres, generó una polémica internacional.
La mañana del 29 de septiembre del 2008 se discutió en el Congreso estadounidense la iniciativa del Secretario del Tesoro, Hank Paulson (HP) para comprar activos de los bancos de inversión. Esta iniciativa que había sido rechazada por la población en su conjunto porque se entendió como un rescate de los banqueros ricos y no de los deudores pobres, generó una polémica internacional.
Desde el inversionista George Soros y el profesor Paul Krugman hasta el cineasta Michael Moore y otros dentro de Estados Unidos expresaron su renuencia a esta iniciativa. Una lista de académicos estadounidenses prestigiosos firmó una carta donde, en esencia, se oponían al concepto del rescate bancario porque el plan es un subsidio a los inversionistas al costo de los contribuyentes. Los inversionistas que asumieron los riesgos también deben de pagar las pérdidas, dicen. No todas las quiebras conllevan riesgos sistémicos, añaden. Agregan que ni la misión de la nueva agencia que se iba a crear con los 700,000 millones de dólares ni su ámbito es claro. Si bien los contribuyentes deben comprar activos ilíquidos y opacos de vendedores preocupados, las condiciones, ocasiones y métodos de tales compras deberían de ser claros y las operaciones de compra supervisadas después. Esto no era parte del plan. Terminan diciendo que si el plan es promulgado, sus efectos estarán con los estadounidenses una generación. Con todos sus problemas recientes, los mercados de capital privado son dinámicos e innovadores y han traído una prosperidad sin par a la nación americana. Debilitar aquellos mercados con interrupciones de corto plazo es desesperadamente miope, dicen.
Desde el bando contrario, Michael Moore, el cineasta critico de los republicanos, dice en su mensaje que no importa lo que digan, cuántas palabras atemorizantes pronuncien, están utilizando sus viejos trucos de provocar miedo y confusión para hacerse y continuar ellos mismos y el 1% de la clase alta, obscenamente ricos. Sólo lean los primeros cuatro párrafos del artículo principal de la edición del lunes 22 de septiembre del 2008 del New York Times y podrán ver de qué se trata realmente el asunto: “Incluso mientras los diseñadores de políticas trabajaban en los detalles del salvataje de $700,000 millones al negocio financiero, Wall Street comenzó a buscar las formas de aprovecharse de eso. Las empresas financieras están cabildeando para tener cubiertas todas las formas de inversiones problemáticas, no sólo las relacionadas a las hipotecas. Al mismo tiempo, las empresas financieras están maniobrando astutamente para vigilar todos los valores de los libros de las instituciones financieras que el Tesoro planea intervenir, rol que podría hacerles ganar cientos de millones de dólares al año en honorarios. Nadie quiere ser dejado fuera de la propuesta del Tesoro para adquirir valores de instituciones financieras”. Increíble. Wall Street y sus defensores crearon este desastre y ahora van a limpiarlo como delincuentes. Hasta Rudy Giuliani está cabildeando para que su empresa sea contratada (y pagada) para realizar “consultorías” sobre el rescate financiero, termina diciendo Moore.
Opuesto por la derecha y la izquierda la iniciativa fue rechazada por un margen de 23 votos, 228 contra 205 votos en el Capitolio y las bolsas se desplomaron en todo el mundo en niveles grandes. Paulson ha salido diciendo en la tarde del lunes 29 que hay que hacer algo aunque reconoció que el sistema está funcionando bien a pesar de todo. En los últimos cuatro meses han quebrado toda la banca de inversión menos Morgan Stanley y Goldman Sachs que no las dejaron quebrar y las transformaron en holdings bancarios con la idea de que el gobierno les compre sus activos. Hasta ahora, de una lista de veinte instituciones expuestas a los derivados vinculados a seguros de hipotecas, diez han dejado de existir sin que haya pasado nada sustantivo ni en la banca comercial ni en el tipo de cambio. Lo que está ocurriendo previsiblemente es que bancos mayores están comprando por poco dinero las carteras de las instituciones que van camino a la quiebra o compran la empresa quebrada entera de manera que el nombre siga aunque en realidad sea ahora una división de un banco mayor.
Los grandes compradores son Bank of America, Citibank y JP Morgan Chase que compraron Washington Mutual y Wachovia el fin de semana del 27-28 de setiembre, si bien estos también tiene rabo de paja. El posible fin luego de la quiebra de las veinte instituciones vinculadas a este mercado de derivados relacionados a hipotecas es que bancos extranjeros compraran esos activos en Estados Unidos a precio de remate. En Gran Bretaña donde quebró el lunes 29 el segundo banco hipotecario más grande del país, Bradford & Bingley, el Tesoro lo nacionalizó. Es el segundo banco en ser nacionalizado en esta crisis en dicho país. Lo que quedó claro es que la opinión pública y los políticos en su mayoría simple decidieron que rescatar a banqueros era un mal negocio.
Entre las consecuencias de esta crisis posiblemente esté la necesidad de separar nuevamente a los bancos comerciales de los bancos de inversión y de supervisar todas las operaciones de mostrador de la banca comercial, así como el establecimiento de encajes en este tipo de operaciones, que por libres y globales suman ahora 547 millones de millones de dólares. El regreso de la acumulación financiera a la acumulación real hará que los años venideros sean de bajo crecimiento para Estados Unidos pero de consolidación de las nuevas tecnologías y del nuevo orden emergente con sus nuevas instituciones. El capitalismo financiero, como lo conocimos desde la década del 70, ha terminado.
(*)Economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México, e integra la Red Latinoamericana de Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd). Es presidente de ALAI e integrante del Observatorio Económico de América Latina (OBELA)
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