Antenor Maravi Izarra
Tras escuchar los noventa minutos que duró el mensaje presidencial por las Fiestas Patrias, en el que no se habló ni una sola palabra sobre la reconstrucción de la región ICA, ese pueblo sufrido y en literal abandono, especialmente esa numerosa masa afectada por el terremoto de hace dos años, que en su gran mayoría, especialmente de las zonas urbano marginales y rurales siguen durmiendo en carpas de plásticos, esteras y cartones, expuestos a una serie de enfermedades, y para colmo de sus males, en el aludido mensaje no se dijo absolutamente nada sobre la corrupción que impera en estos lares, donde una serie de sanguijuelas siguen enriqueciéndose .
Ante esta situación, llenos de descontento exteriorizaron esa levadura guardada, llena de bronca y exigencias de atención de sus múltiples demandas, y como tal, con justificada razón han empezado a redoblar sus preparativos para próximas manifestaciones de protesta.
Hay una notoria ausencia de voluntad moralizadora, que no sólo produce nauseas, sino una justificada bronca y cólera, pues durante estos dos años, luego del terremoto que asoló tan dramáticamente Pisco, Chincha e Ica, hubieron muchas denuncias y hallazgos que quedaron enfardelados en la impunidad, unos a otros se han protegido, y claro está las protestas y las quejas fueron echadas en saco roto.
La corrupción como una acción negativa ha perjudicado fundamentalmente, entre otros, a los damnificados en forma directa, muchas corruptelas fueron destapadas en diferentes medios de comunicación, como cuando los directivos de BANMAT malversaron los créditos destinados a personas necesitadas para beneficiarse ellos mismos, o cuando los alcaldes distritales entregaron indebidamente los “Bonos 6000” a sus allegados y familiares, o cuando se priorizaron proyectos de reconstrucción bajo intereses particulares en flagrante contraposición de las obras más urgentes, hasta ahora nadie sabe el monto ni en qué se invirtieron los donativos del exterior ni del país que suman muchos millones de dólares y euros, hay un rosario que huele a naftalina e impunidad, que sería muy largo enumerarlos, por ello es totalmente preocupante el silencio presidencial; ¿O es que acaso ese silencio es un patente de marras y temores ante las amenazas de los amigotes de los petro audios y otros escándalos a los que nos tienen acostumbrados?.
La vieja y terrible frase del ilustre pensador Manuel González Prada, no cesa de perseguirnos como una acusación: “Donde se pone el dedo brota pus”. Tantas veces la hemos repetido esta sentencia, como si al hacerla nuestra y convertirnos también en acusadores, pudiéramos menguar la responsabilidad que nos corresponde, parte de esa generalizada infección son los silencios presidenciales.
Es hora de limpiar la maleza, y no seguir insistiendo que el Perú es blanco de una serie de conspiraciones internacionales y nacionales para derrocar al gobierno, y que eso explica las constantes protestas sociales del país. Hay una olla vacía que hierve y se cuartea hace rato llena de humaredas y facturas con exigencias sociales y económicas, que no tienen nada que ver con los perros del hortelano ni los repiques de campanas del neoliberalismo imperante. Hay un pueblo que exige justicia e igualdad de derechos desde hace 188 años, un pueblo con elevados índices de pobreza, morbilidad y mortandad infantil, hombres y mujeres que no tienen trabajo ni atención médica, que mueren todos los días, jodidos y abandonados a su suerte, abrazados a la solemnidad de las palabras presidenciales, tildados como ciudadanos de segunda categoría, ese es el rostro oculto de nuestro país que los ojos ni los labios del presidente García no quieren reconocer..
Apenas nos separan 12 años, para llegar al segundo centenario de nuestra independencia nacional, llena de facturas y cuentas pendientes por saldar, abismales brechas sociales y económicas que siguen latentes, reparaciones y heridas lacerantes de exclusión. Por tanto, es tiempo de actuar sin soberbias ni triunfalismos al real servicio de las grandes mayorías nacionales.
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