Paquita Armas Fonseca • La Habana
Fotos: Jean-Claude Seine
Acaba de irse mayo el mes de las flores, del auge de los colores, de lluvias en el trópico, de inicio del calor en el hemisferio norte y en muchas naciones de celebración del Día de las madres.
Pero en ese mayo se cumpliron nada menos que 40 años del levantamiento juvenil, mejor dicho estudiantil en Francia. Todo comenzó porque los muchachos reclamaban el derecho de visitar a las muchachas en sus habitaciones. Bueno, eso es lo que más se ha dicho, quizá ese es el pretexto no la causa.
Y es que hablando más de las anécdotas, con ese afán de desideologizarlo todo, en este mes de aniversario cerrado, mucho se ha publicado acerca de aquel extraordinario motín que llenó a París de barricadas como en 1830, en 1848, en la histórica Comuna Obrera de 1871 o en 1789.
Pero no solo fue en la ciudad sol: Alemania, California, Praga, Inglaterra, Polonia, Uruguay, París, Tokio, España y México de una u otra forma tuvieron su mayo.
Pero no solo fue en la ciudad sol: Alemania, California, Praga, Inglaterra, Polonia, Uruguay, París, Tokio, España y México de una u otra forma tuvieron su mayo.
No es la primera vez en la historia que ocurren levantamientos revolucionarios en diferentes países, al mismo tiempo y con diversas causas en apariencia. Así sucedió en 1848, pero entonces un genial hombre, Carlos Marx, demostró que aquellos estallidos respondían a un común denominador y lo llamó "primavera de los pueblos".
Hace cuatro décadas, en los EE.UU. la lucha por los derechos civiles consiguió que la población afroamericana lograra por primera vez en la historia, considerables triunfos sobre el racismo blanco. Por esa época hubo una sucesión de hechos que estremecieron al mundo: los asesinatos de Martin Luther King y de los Kennedy, el hambre de Biafra, el comienzo de los bombardeos norteamericanos sobre Vietnam, la intervención yanqui en Santo Domingo, miles de jóvenes protestaron por la guerra en la heroica nación asiática y el propio 1968 había arrancado con la ofensiva del Tet, que marcó el inicio de la primera derrota militar yanqui en Vietnam.
En América Latina el triunfo de la Revolución Cubana, su paso radical, la victoria de Playa Girón, la campaña de alfabetización y la participación consciente de casi todo un pueblo en cambiar su destino, influyó notablemente entre los jóvenes del mundo.
A esta colosal antorcha se unió otra: la lucha de Ernesto Che Guevara, primero en el Congo, después en Bolivia, su mensaje a la Tricontinental. El asesinato en la Higuera del Guerrillero en 1967 lo convirtió en un mito que lejos de languidecer brilla cada vez más en el planeta.
A esos hechos se unen otros no menos trascendentes: los jóvenes nacidos después de la Segunda Guerra Mundial, con una infancia vivida en el auge de la Guerra fría, no esperaban nada ya de las obsoletas estructuras burguesas ni tampoco el llamado socialismo real les ofrecía un punto donde asir sus vidas.
Con una economía bastante restablecida, en Francia habían accedido a la universidad los hijos de una clase obrera alta o media baja, que exigían mucho más de la educación superior.
Lo cierto es que el mayo francés consolidó al estudiantado universitario como motor revolucionario. Protagonizaron la mayor huelga general conocida hasta entonces en Europa: se mantuvo durante más de tres semanas, con 10 millones de obreros participando que ocuparon casi todas las fábricas. Durante esas jornadas se logró en París la manifestación más grande después de la liberación del yugo nazi.
En un análisis frío y a distancia sigue extrañando que no hubiera un liderazgo capaz en aquellas heroicas jornadas. La espontaneidad que presidió cada uno de los actos y los hizo singulares, también mató al movimiento, que tuvo su herida de gracia en el abandono de la huelga que protagonizaron los obreros: un alza de los salarios los convenció de que ya habían conseguido sus fines.
De todas formas nos queda la nostalgia por "Prohibido prohibir", "La imaginación al poder", "Seáis realistas, pedís lo imposible", "¡Corre, compañero, el viejo mundo está detrás de ti!" o "No le pongas parches, la estructura está podrida". Habrá otros mayos, espero que terrestres para pedir conquistar el cielo porque la esperanza es lo último que se pierde, y no se perdió como apareció hace poco un graffiti en una pared madrileña. Si no creyéramos que un día el mundo dejará de estar patas arribas, entonces nada de lo que hacemos tendría sentido. El Mayo francés lo tuvo, no verlo es de ciegos.
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