Gesto.
La empresa Pequiven contrató a una constructora
chinchana para levantar las cien primeras casas.
Petrolera venezolana ha financiado proyecto
que asciende a tres millones de dólares.
Construcción demoró dos meses.
Emilio Camacho
El Perú es tierra de contrastes. Mientras el gobierno del presidente Alan García afirma haber reducido la pobreza en 5% y anuncia su interés en organizar las olimpiadas del 2020, otros buscan obtener récords más tangibles. Es el caso del barrio Simón Bolívar, un complejo de cien viviendas construido en Chincha –en menos de dos meses– por el gobierno del controvertido presidente venezolano, Hugo Chávez. El 29 de abril pasado, quince días antes de que se realizara la Cumbre América Latina, el Caribe y la Unión Europea (ALC-UE), los encargados de este proyecto sortearon y entregaron las cien casas entre 500 damnificados del terremoto del 15 de agosto del año pasado. Y aunque en ese momento las viviendas no estaban listas (se terminaron recién hace una semana), este hecho habría causado preocu-pación en el Ejecutivo pues se creía que durante la cumbre ALC-UE Hu-go Chávez acudiera a Chincha para inaugurar este complejo.
Como se sabe, las preocupaciones del gobierno no se hicieron realidad. En Chincha –mientras tanto– se ha extendido un estado de euforia entre los beneficiados por el proyecto chavista. Tanto que ellos mismos decidieron ayudar en la culminación de las obras. "Es parte de este programa. En Venezuela son las mismas mujeres las que arman sus casas. Nosotros solo hacemos la supervisión", dice Juan Romero, alto funcionario de Petroquímica de Venezuela (Pequiven), empresa del gobierno chavista que financió con tres millones de dólares todo el proyecto.
PETROCASAS
Pequiven tiene entre sus programas más importantes el proyecto Petrocasa. Con este programa, el gobierno chavista ha construido cientos de viviendas en Venezuela, Cuba y ahora el Perú. La dinámica del proyecto es la siguiente: se empadrona a las personas que podrían acceder a una de las viviendas, se les pide una serie de requisitos (no tener casa propia, ganar menos de dos sueldos mínimos y tener hijos), y finalmente se sortea las casas sin costo alguno.
También sorprende el diseño de las Petrocasas. Cuando uno entra a una de ellas tiene la impresión de estar dentro de un gran juguete armado con gigantescas piezas de plástico. Ello debido a que cada vivienda está hecha de concreto revestido por láminas de PVC (plástico denso derivado del petróleo y la sal).
La extensión de las casas es de setenta metros cuadrados, pero los propietarios obtienen realmente una extensión de 180 metros cuadrados, en la que también se ubica un pequeño jardín y un área exterior destinada a la lavandería.
La donación chavista también incluye la construcción de un parque central que también llevará el nombre de Simón Bolívar, la entrega de un reservorio de agua de cuarenta mil litros de capacidad, y el asfaltado de una carretera de dos kilómetros que conecta el distrito chinchano de Alto Larán con la Irrigación Pampa de Ñoco, donde se ubica el proyecto. En febrero de este año, cuando los emisarios de Chávez llegaron a Chincha no tardaron mucho en elegir Pampa de Noco como su base de operaciones.
Este terreno había permanecido abandonado por varios años, aun antes del terremoto del 15 de agosto.
Satisfechos.
Satisfechos.
Los pobladores de Simón Bolívar están contentos con sus casas. Cada hogar está hecho de concreto revestido por láminas de PVC. Y tienen jardín.
Los venezolanos compraron diez hectáreas de este lugar y dividieron en dos etapas su proyecto. Las cien casas entregadas a fines de abril son parte de la segunda etapa y ocupan cuatro hectáreas. Para empezar con la primera –en la que se construirán otras cien casas– el equipo de Pequiven espera algún apoyo del gobierno peruano. Hasta que esto ocurra los funcionarios de la petrolera caraqueña, Juan Romero y Oscar Guaitero, junto a la asistenta social Mildred Botello (también venezolana) aguardan instrucciones de Palacio de Miraflores. También esperan que el embajador venezolano en nuestro país Armando Laguna, al que llaman "comandante", disponga la fecha de inauguración del complejo.
DEVOTO CHAVISTA
En medio de esta expectativa, los nuevos pobladores del barrio de Simón Bolívar son los que más esperan el inicio de la segunda etapa. Sobre todo, el profesor Joel Vice hérnandez, un maestro chinchano de baja estatura quien perdió casa, empleo y amigos durante el terremoto del 15 de agosto. Vicehernández se enteró del proyecto chavista cuando ya había concluido el empadronamiento. Interesado más en el trabajo de capataz de obra que en una casa, Vicehernández llegó a Simón Bolívar y fue de los primeros en aprender el ensamblaje de las Petrocasas. A medida que avanzaban las obras –cuenta Vicehernández– los venezolanos se dieron cuenta de que los trabajadores de su proyecto también merecían participar en el sorteo. "Por eso ampliaron el empadronamiento, y cuarenta de los 200 trabajadores que se inscribieron ganaron una casa. Yo soy uno de ellos.
Ahora quiero que pongan el colegio, así podría volver a mi trabajo", dice Vicehernández.
LOS DESPLAZADOS
Si en las cuatro hectáreas que forman Simón Bolívar impera el optimismo, en otras zonas afectadas por el sismo hay impaciencia. Por ejemplo, en la Dunas de Villa, un arenal en el que fueron reubicados los damnificados que vivían como inquilinos en Pisco, aún no hay visos de mejora. Las 365 familias que viven en este lugar –ubicado en el distrito de Tupac Amaru, Pisco– todavía viven en esteras, en carpas donadas por gobiernos extranjeros o en casas forradas de lona oscura.
En las cinco hectáreas en las que se extiende este lugar solo hay dos casas de material noble, una que sirve de muestra para un proyecto de construcción privado y la segunda que aloja a una congregación evangelista.Gustavo Aranda, presidente de esta comunidad, sostiene que necesitan los títulos de propiedad que debe otorgarles el municipio de Túpac Amaru para poder acceder al bono 6000, el programa que implementó el gobierno para que los damnificados construyan sus nuevas viviendas con apoyo del Banco de Materiales. Hay otros casos más graves.
En la Av. Las Américas de Pisco existe un grupo de quince familias que vive en las carpas donadas por el ejército británico. Denuncian al alcalde de Pisco por no entregarles módulos de vivienda de madera y también al Estado por no inscribirlos en el programa bono 6000. Es una queja que escuchamos en la zona de desastre.
El impacto del bono del Banco de Materiales
El proyecto más importante que ha desarrollado el gobierno para promover la reconstrucción de viviendas en las zonas afectadas por el sismo del 15 de agosto es el denominado bono 6000. Este programa está a cargo del Banco de Materiales y consiste en entregar gratuitamente 600 soles en efectivo y otros 5400 en materiales a los damnificados.
Hasta el momento, son 18 mil 800 damnificados que han sido atendidos con este programa. Otros 5,200 damnificados esperan el bono del Banco de Materiales. Víctor Raúl Espinoza, Gerente de Inversiones del Banco de Materiales, precisó que en enero se desembolsaron los primeros S/.7 millones para atender a los afiliados al bono 6000. Explicó que esta entrega no se pudo hacer antes, pues aún no se contaba con la relación de damnificados calificados para acceder a este beneficio.
La lista estuvo a cargo del INEI y del Instituto de Defensa Civil. Muchas personas que han conseguido obtener la tarjeta que los acredita como beneficiarios del bono 6000 han dejado de lado su proyecto de construcción, y han vendido esta acreditación para comprar alimentos.
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