Editor: Antenor Maraví
Confidencias en Alta Voz: octubre 2010

jueves, 28 de octubre de 2010

Néstor Kirchner: Legados y desafíos

Atilio Boron

Es indiscutible que la inesperada y prematura desaparición de Néstor Kirchner tendrá un enorme impacto sobre la vida política argentina. Sucintamente podría decirse, primero, que con él desaparece el político más influyente de la Argentina, el que marcaba la agenda de la discusión pública y el ritmo de la vida política nacional.
Segundo, que durante su gestión como presidente cambió el rumbo por el que venía transitando la Argentina -muy especialmente en materia de derechos humanos y política internacional, pero también con una ejemplar renovación de la Corte Suprema, reparando las vejaciones que en este rubro, como en tantos otros, había cometido el menemismo. Tercero: desaparece con su muerte el único que reunía las condiciones requeridas para contener, como ningún otro, la compleja y turbulenta realidad del peronismo, cuyas pugnas internas en épocas pasadas sumieron al país en gravísimas crisis institucionales. Este tal vez sea el más serio desafío con el que tendrá que lidiar la presidenta. Cuarto, su muerte la priva de una compañía irreemplazable: durante décadas Néstor Kirchner no sólo militó codo a codo con ella sino que también fue su consejero, aliado y confidente. Su desaparición deja un vacío muy grande en la Casa Rosada. Pero, contrariamente a muchas malintencionadas especulaciones expresadas en estas horas, la presidenta es una política hecha y derecha y, además, una mujer de mucho temple y carácter y que seguramente sabrá sobreponerse a su inmenso dolor y honrar la memoria del ex –presidente manteniendo con firmeza en sus manos el timón del Estado y evitando que al interior del PJ se desencadene una feroz pelea por la sucesión.
Nada autoriza a pensar en un paralelismo entre su situación y la de Isabel Martínez de Perón ante la muerte de su esposo, en 1974. Esta no reunía las menores condiciones para gobernar la Argentina, no tenía trayectoria política alguna y el país se hallaba en una situación incomparablemente distinta a la actual, donde la presencia de militares fascistas era el dato más significativo de aquella coyuntura. La de hoy es completamente distinta en todas y cada una de aquellas dimensiones. De todos modos, para responder a los desafíos del momento Cristina Fernández tendrá que contar con mucho apoyo, reforzar su articulación con las clases y capas populares mediante la rápida implementación de políticas sociales y económicas más efectivas (y, en algunos casos, largamente demoradas) y, sobre todo, mantener a raya a los aparatos que se arrogan una representación popular que en realidad no tienen y que pueden interferir negativamente en el crucial último año de su mandato y en sus perspectivas electorales. La Argentina se asoma a una nueva etapa signada por la ausencia del ex -presidente: el asesinato de Mariano Ferreyra ya había iniciado este proceso; la muerte de Néstor Kirchner lo acelera y profundiza aún más.

Fuente:ARGENPREESS

martes, 26 de octubre de 2010

Lourdes Flores reconoce que Susana Villarán es la nueva alcaldesa de Lima


Lima, 26 oct (EFE).- La candidata conservadora Lourdes Flores reconoció hoy que la izquierdista Susana Villarán se ha convertido en la nueva alcaldesa de Lima, cuando se han conocido los resultados del 97% del escrutinio de las elecciones celebradas el pasado 3 de octubre.

Lima, 26 oct (EFE).- La candidata conservadora Lourdes Flores reconoció hoy que la izquierdista Susana Villarán se ha convertido en la nueva alcaldesa de Lima, cuando se han conocido los resultados del 97% del escrutinio de las elecciones celebradas el pasado 3 de octubre.
"Hay una triunfadora en las elecciones que es Fuerza Social y su candidata, la señora Susana Villarán, a quien en este acto reconozco y saludo deseándole los mejores éxitos en la gestión", señaló Flores en un pronunciamiento ante la prensa.
Flores convocó a los periodistas luego de que la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) confirmara hoy que Villarán ha recibido el 38,39% de los votos, mientras que Flores tiene el 37,57%, lo que en número reales implica una diferencia de 36.492 votos.
La candidata del Partido Popular Cristiano (PPC) remarcó, sin embargo, que admite su derrota en clara discrepancia con las decisiones del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), que ha rechazado la mayoría de las apelaciones que presentó a un grupo de actas de sufragio.
"Creemos que hay un profundo error, pero somos demócratas, la autoridad ha dicho su palabra, la acatamos", enfatizó Flores y anunció que el PPC retirará todos sus alegatos jurídicos ante el JNE y dará por terminado cualquier recurso legal.
Flores invocó al jurado electoral que modifique sus normas para que en las futuras elecciones no se presenten tantas observaciones al proceso, que en este caso retrasaron la entrega de resultados finales porque implicaron unas 8.000 actas, con más de un millón de votos.
La candidata conservadora, quien estuvo acompañada por sus parlamentarios, alcaldes elegidos en los distritos de Lima y su equipo legal, enfatizó que en las elecciones municipales "se confirmó una votación sumamente reñida".
Flores también se dirigió a Villarán para ofrecerle el apoyo de su partido y le pidió "que logre formar una coalición sólida, que impida los radicalismos".
"En nosotros tendrá siempre aliados democráticos", enfatizó.

jueves, 14 de octubre de 2010

Chile: Los mineros rescatados se preparan para volver a sus hogares


Los primeros de los 33 mineros que permanecieron sepultados durante más de dos meses se disponían a regresar este jueves a sus hogares tras pasar la noche en el hospital de esta ciudad (norte), al día siguiente de su impecable rescate que emocionó al mundo.

Los primeros de los 33 mineros que permanecieron sepultados durante más de dos meses se disponían a regresar este jueves a sus hogares tras pasar la noche en el hospital de esta ciudad (norte), al día siguiente de su impecable rescate que emocionó al mundo.
"Al menos dos o tres de ellos recibirán el alta la tarde de este jueves", dijo el ministro de Salud chileno Jaime Mañalich, tras indicar que los 33 mineros "evolucionan bien" en el hospital de Copiapó, 800 km al norte de Santiago.
Decenas de periodistas aguardaban a la salida del hospital sin que se presentara movimiento a las 18H45 locales (21H45 GMT), mientras el subdirector del hospital, Jorge Montes, confirmó sin dar hora que tres mineros -que no identificó- saldrían cuando se complete un trámite.
El presidente Sebastián Piñera visitó esta mañana a los mineros en el hospital, que aparecieron ante las cámaras con un aspecto relajado y portando sus lentes de sol para evitar la luz tras casi 70 días en la oscuridad del socavón.
Piñera, quien estuvo en la mina durante la totalidad del rescate, propuso este jueves que "el 25 de octubre sean recibidos en la casa de todos, con su familia en la Moneda (sede del gobierno), como se lo merecen".
Son pocos los mineros que presentan algún problema de salud tras los más de dos meses que pasaron bajo tierra.
El minero de mayor edad, Mario Gómez de 63 años sufre una neumonía aguda, según confirmó a la AFP uno de los médicos a cargo del rescate, Jean Romagnoli, y reacciona muy bien a los antibióticos que comenzaron a suministrársele tres días antes del rescate.
Montes indicó que Gómez "presenta un cuadro de neumonía en un pulmón previamente dañado" por la silicosis, una enfermedad irreversible, típica de mineros, por una sobreexposición al polvo de la mina, contraída antes del accidente.
El propio minero le dijo a la AFP al interior del hospital que "mañana viernes me dan de alta. Estoy bien, contento".
A tres mineros se le realizó el miércoles una cirugía dental, con anestesia general, a raíz de una infección, pero todos "evolucionan muy bien", agregó, sin precisar nombres.
Sobre el estado sicológico, Montes dijo que "es una situación que uno no puede prever. Efectivamente estuvieron sometidos a un estrés importante por dos meses, por tanto las secuelas y los problemas no se ven en el corto plazo".
"Eventualmente todos podrían presentar estrés post traumático (pero) cualquier persona es diferente a otra por lo tanto, algunas personas soportan mejor esto y otras no tanto", agregó.
Tras visitar a estos "33 héroes" de Chile, el mandatario destacó algunas anécdotas que le contaron durante su permanencia durante más de dos meses a más de 600 metros debajo de la tierra.
"Impresionante como cada uno de ellos encontró su lugar, uno de ellos fue el jefe de turno Luis Urzúa, otros de la parte física, otro de la parte espiritual, cada uno cumplió su papel", destacó.
"Aplicaron un viejo y sabio principio, el principio de la democracia: cada uno de ellos votaba y se tomaba la decisión por mayoría", agregó.
Listos para salir al mundo, algunos familiares hablan ya de giras al exterior y también de ofertas de editoriales nacionales e internacionales para publicar su gesta.
Algunos medios afirman que tras el rescate los mineros reciben ofertas para ser entrevistados por medios de comunicación de cualquier rincón del mundo poniendo precio y -según explican los familiares- incluso en este aspecto se habrían organizado para crear una fundación y compartir las ganancias.
"Los mismos mineros le dijeron a las autoridades que querían hacer una fundación", dijo Omar Reygadas, hijo del minero del mismo nombre. "Si tienen que cubrir eso (royalties por documentales, películas o libros), lo van a cubrir los 33 juntos", dijo a la AFP.
De vivir en un espacio encerrado y oscuro los mineros ahora enfrentan los flashes. Han recibido invitaciones, regalos y promesas -desde cruceros por Grecia hasta invitaciones a fútbol- una situación que preocupa a los sicólogos que temen que no puedan manejar adecuadamente la cantidad de estímulos.
El rescate que conmovió al mundo entero finalizó la noche del miércoles cuando emergió Luis Urzúa, el jefe de los trabajadores que quedaron sepultados el 5 de agosto pasado por un derrumbe en la Mina San José, donde trabajaban.
Urzúa, de 54 años, fue el último en ser rescatado y se convirtió en el minero que más tiempo pasó encerrado en una mina en todo el mundo.
"Le sirvo el turno como habíamos acordado el día en que tuvimos la primera conversación. Espero que esto nunca más vuelva a ocurrir. Gracias a todos", le dijo Urzúa al presidente Piñera.
"Lo felicito porque cumplió con su deber, saliendo el último como un buen capitán", le dijo Piñera.
En un operativo inédito que concitó la atención mundial, se concretó el miércoles el rescate de los 33 mineros (32 chilenos y un boliviano) que quedaron atrapados en la mina el 5 de agosto.
A la 01H00 (04H00 GMT) del jueves ingresó el último grupo de mineros al hospital, en medio de vítores, bocinas y gritos enardecidos de la población de Copiapó, una ciudad de 150.000 habitantes, que celebraba el exitoso fin del operativo de rescate.
Este jueves los ecos del espectacular rescate se mantenían tanto en Chile como en el resto del mundo, con elogios unánimes.
Renacimiento, milagro, parto exitoso: la prensa mundial expresó la alegría que provocó en los cinco continentes el rescate de los 33 mineros.
Mientras tanto los mineros han señalado su deseo de ir el fin de semana al Campamento Esperanza, al lado de la mina, para ver el lugar donde sus familiares los esperaron durante 69 días.

sábado, 9 de octubre de 2010

Mario Vargas Llosa - Premio Nobel de Literatura


JAVIER CERCAS (*)

A la una en punto del mediodía empiezan a llamarme familiares y amigos porque acaban de concederle el Premio Nobel a Mario Vargas Llosa. Esto no me pasaba desde que murió Borges, solo que aquel día no me llamaban para felicitarme sino para darme el pésame. Uno de los amigos que llama me dice: "¡Joder, pero si yo pensaba que le habían dado el premio hace 30 años!".

Francamente: yo también. Porque, para mí, la noticia no es que ayer le dieran el Nobel a Vargas Llosa; la noticia es que todavía no se lo hubieran dado. Teniendo en cuenta el tamaño real de su obra, el hecho es desde luego asombroso. Veamos: Vargas Llosa publicó a los 26 años La ciudad y los perros; a los 29 publicó La casa verde; a los 32 publicó Conversación en La Catedral. Esas tres novelas deberían bastar para concederle a cualquiera el Premio Nobel; en realidad, bastan para convertir a cualquiera en el mayor novelista del español. Quiero decir que, aunque en español haya alguna novela comparable a esas -poquísimas-, no hay ningún novelista de nuestra lengua que haya escrito un conjunto de novelas semejante. El problema es que, luego, Vargas Llosa publicó cosas como La tía Julia y el escribidor, como La guerra del fin del mundo, como La Fiesta del Chivo, tres títulos que, sumados a los anteriores, le colocan directamente en la estratosfera. Es cierto, sin embargo, que Vargas Llosa no siempre está en plena forma; pero eso no resuelve el problema sino que lo complica: porque resulta que, cuando parece que no está en plena forma -digamos en Historia de Mayta o en ¿Quién mató a Palomino Molero?-, Vargas Llosa está más en forma que la inmensa mayoría de los novelistas cuando está en plena forma. Lo peor es que la cosa no acaba ahí. Así como todos los novelistas sabemos que no hay ningún novelista superior a Vargas Llosa, todos los críticos literarios saben que no hay ningún crítico literario superior a Vargas Llosa, y conozco a varios que venderían su madre a una red de trata de blancas a cambio de escribir La orgía perpetua o La verdad de las mentiras. Igual que determinados artículos de los sucesivos volúmenes de Contra viento y marea (o que sus libros sobre Victor Hugo o sobre Onetti, o que algún libro en apariencia menor, como las Cartas a un joven novelista), esos libros contienen la más compleja, apasionada y persuasiva visión de la novela y del oficio de novelista de la que tengo noticia; también contienen el mejor estímulo que un novelista puede encontrar para escribir, un estímulo solo inferior al que contienen las propias novelas de Vargas Llosa. Por lo demás, si en las novelas de Vargas Llosa se encarna con una ambición y una maestría insuperables la noción de literatura comprometida -una literatura que no se conforma con ser mero entretenimiento, sino que aspira a plantear los problemas morales y políticos donde se juega de verdad nuestro destino-, en Vargas Llosa se encarna de forma ejemplar el intelectual comprometido, esa figura en extinción que no acaba de extinguirse nunca. Como novelista (y como crítico literario), Vargas Llosa solo puede compararse a los más grandes; como intelectual también: lo que le define no es su trayectoria política -desde el marxismo o las cercanías del marxismo hasta el liberalismo, pasando por la socialdemocracia-, sino algo que está mucho antes que la política: el coraje y la integridad con que ha defendido siempre sus ideas, el hecho de que es, como dijo Lionel Trilling de Orwell, un hombre virtuoso. Todo lo anterior convierte a Vargas Llosa en un escritor que a todo escritor contemporáneo le produce la misma impresión embarazosa, por no decir humillante, que Victor Hugo les producía a sus contemporáneos: se trata de un escritor simplemente inaccesible. Creo haber leído todos los libros que ha escrito Vargas Llosa; algunos los he leído varias veces. No hay ningún escritor en español, salvo Borges, con quien mi deuda sea mayor. Ayer al mediodía me acordé de que Vargas Llosa todavía no tenía el Nobel y tuve la sensación de que la Academia sueca acababa de premiarme. Hoy tengo la sensación de que, premiando a Vargas Llosa, la Academia sueca se premia a sí misma. Enhorabuena.

(*)De las decenas de articulos que comienzan a salir sobre Vargas Llosa, este texto del escritor español, Javier Cercas, es el que mejor lo retrata. (EBL)

jueves, 7 de octubre de 2010

La visión vargasllosiana

César Pancorvo Rosazza

Como el itinerario de un latinoamericano que hizo su aprendizaje intelectual sorprendido por los vaivenes dialécticos de Sartre y que terminó abrazando el reformismo libertario de Camus, así describe su vida Mario Vargas Llosa en un viejo artículo que publicó a comienzos de los años ochenta, justamente aquella década en la que decidió hacer su incursión en política (1987-1990) y donde descubrió, tal como hizo a final de la década del cincuenta, que su terreno estaba lejos de todo eso, que estaba en la literatura.
Aunque durante su juventud estuvo más apegado hacia la izquierda, sorprendió años después —siendo ya un escritor de renombre— cuando se reveló como un liberal, como un derechista que tal vez causaba algo de temor en un país que, en los ochentas, tenía un fuerte sector izquierdista y una democracia que aún estaba debilitada. Como lo era el Perú. Desde que estuvo implicado en política, por esos años turbulentos, siempre se definió como un opositor de todo autoritarismo, de toda rebeldía militaresca, de las actitudes dictatoriales, de cualquier politicastro y de todo gobierno que no sea democrático. Su primer paso político fue dado cuando, un poco después del discurso presidencial de julio de 1987, declaró que estaba en contra de la estatización de la banca de la cual había hablado el presidente Alan García. Vargas Llosa pareció ser, para gran cantidad de peruanos, un candidato pro-oligarca, otro ciudadano de clase alta que no acabaría con la pobreza del país.
Su derrota finalmente ocurrió, tal vez, por eso: porque no tuvo el apoyo suficiente de las masas, por la oposición del Apra y de la Izquierda Unida, por una mala estrategia publicitaria, por la guerra sucia, entre otras cosas. Como cuenta en El pez en el agua, supo que iba a perder la segunda vuelta apenas conoció los resultados de la primera.
No obstante, sus medidas económicas, con el tiempo, demostraron ser competentes y necesarias para solucionar los problemas del país, y su postura derechista y liberal, que durante esa época aún estaba en cuestión, parece ser, con el paso del tiempo, la más adecuada para un país como éste, y parece ser que el tiempo ha demostrado que tenía razón, o que al menos él y su Frente Democrático estaban caminando por el lado correcto.
A Vargas Llosa se le conoce más, claro está, por su majestuosa carrera de escritor, que es mucho más extensa y exitosa que su efímera vida de político. Su niñez fue algo inestable —nació en Arequipa, vivió en Bolivia, luego en Piura, luego en Lima, conoció a su padre a la edad de diez años— y en su juventud atendió, en tercero y cuarto de media, al colegio Leoncio Prado, en Lima, donde ya escribía “cartas de amor y novelitas pornográficas”. En el verano antes de entrar a quinto de media, se inició en el periodismo en un diario piurano, La Industria, y luego, tras graduarse del colegio, trabajó desde muy joven en Radio Panamericana, como director de informaciones, mientras también estudiaba en la Universidad de San Marcos, lugar donde concluyó la carrera de Letras. Él narra cómo su viaje a Europa, a finales de la década de los cincuentas, marcó su vida tal como hizo el viaje que realizó a Francia en 1990, unos días tras ser derrotado en las elecciones presidenciales; en ambos casos, iba hacia lugares donde la literatura sería lo esencial en su vida.
Marcaron su vida posterior como político (y también como ensayista y novelista), sin duda, los siguientes acontecimientos: sus dos años bajo la opresión militar como estudiante en el Leoncio Prado, la dictadura de Manuel Odría, la revolución cubana, y también sus amistades o encuentros, en la juventud, con intelectuales como Luis Loayza, Raúl Porras Barrenechea, Fernando de Szyszlo, etc.
En los ochentas, Vargas Llosa ya reconocía más afinidad con el reformismo libertario de Camus; ya no creía tanto en la izquierda como en su juventud (entre otras cosas, dicen que esa fue la razón de su pelea con Gabriel García Márquez, que era/es muy pro-Fidel) y era liberal, tal vez muy liberal para el Perú. Creía, también, que Belaúnde hubiera tenido mucho éxito con sus reformas de los años sesenta si no fuera por los problemas que le causaron la coalición entre el Apra y el UNO (Unión Nacional Odriísta), que finalmente desencadenaron los problemas, y la consiguiente revolución militar de Velasco —si en contra de algo está Vargas Llosa, es en contra de medidas como los golpes militares; en lugar de eso, pensaba que se podía reformar el país sin la necesidad de revolución, tal y como lo intentaba hacer Fernando Belaúnde.
En 1983, el terrorismo ya marcaba la vida política de un país que había vuelto a la democracia después de más de una década, y entonces ocurrió el asesinato de ocho periodistas en Uchuraccay, una aldea de Huanta, en Ayacucho. El presidente Belaúnde, que probablemente fue endeble respecto a las acciones terroristas, calificándolos inicialmente de escaramuzas (dicho sea de paso, uno de los primeros actos terroristas fue la quema de urnas durante las elecciones de 1980, sufragios ganados por Belaúnde), anotó a Vargas Llosa, ya un escritor afamado, al Decano del Colegio de Periodistas, Mario Castro Arenas, y al notable jurista Abraham Guzmán Figueroa, como miembros de una comisión que, junto a un equipo de antropólogos, psicoanalistas, lingüistas, etc., debía investigar la muerte de los ocho periodistas en Uchuraccay —fue llamada la Comisión Vargas Llosa, cuyo objetivo era simple: investigar y traer explicaciones.
Vargas Llosa lamenta haber aceptado ser parte de esa comisión, porque fue muy criticado por su desempeño y pasó muy malos momentos. Años después, cuando estaba ad portas de entrar en política, su esposa Patricia le recordaba lo mal que le había ido por el caso Uchuraccay y usaba ese ejemplo para describir lo complicada y sucia que es la política.
La comisión viajó rápidamente a Ayacucho para interrogar testigos, autoridades, campesinos, y redactó un informe que fue presentado poco después, el 4 de marzo, en el que se exculpaba a las Fuerzas Armadas de toda responsabilidad o intervención y se concluía que los campesinos habían asesinado a los ocho periodistas, confundiéndolos con terroristas.
Después se supo, sin embargo, que los periodistas habían tenido la oportunidad de hablar con los campesinos, poniendo en duda la teoría de la confusión. El periodismo y los familiares de las víctimas proponían que los militares habían tenido algo de culpa, y muchos desestimaron la eficacia del informe y culparon a Vargas Llosa de favorecer a los militares, que, al parecer, sí habían tenido que ver en el suceso. Aunque los campesinos eran los verdaderos autores del asesinato, los militares tenían cierta responsabilidad, al haber prevenido a los campesinos en contra de cualquiera que viniese a Uchuraccay; les habían dicho claramente que los aliados vendrían por aire, y los enemigos por tierra. También había una patrulla de la marina en Uchuraccay cuando se cometió el crimen y se destruyeron algunas pruebas, se abrieron algunas tumbas y se asesinaron testigos. Es innegable que los militares tuvieron algo de responsabilidad, lo cual se negó categóricamente en el informe.
Vargas Llosa pasó de testigo u observador a acusado. Su error principal fue, primero, formar parte de aquella comisión investigadora y, segundo, haber cometido esos errores, haber quitado toda responsabilidad de los militares. Después, cuando tuvo que confrontar al juez Huayhua en un juicio oral que se abrió en 1984, Vargas Llosa dijo que lo había hecho por preservar la democracia del país. De cualquier forma, haber colaborado con el gobierno belaundista en este hecho infausto fue un error del cual Vargas Llosa se arrepiente, como posteriormente escribe en sus memorias.
Antes de su ingreso oficial a la política, como uno de los protagonistas de un movimiento que se oponía a la nacionalización de la banca, el escritor cuenta, en un artículo dedicado a Fernando Belaúnde Terry en el libro Diccionario del amante de América Latina, cómo se reunían durante su segundo gobierno y cómo el presidente estaba empeñado en que Vargas Llosa hiciera política, y cómo sus predicciones acerca del “turbulento futuro del Perú” se cumplieron verbatim et literatim.
En cuanto a sus pensamientos, Vargas Llosa identifica claramente la diversidad de culturas en el Perú y la reconoce, en parte, como uno de las dificultades principales del país, y así lo explica en la siguiente frase:
“Por lo menos uno de los problemas básicos (del Perú) se mantiene intacto. Dos culturas, una occidental y moderna, otra aborigen y arcaica, coexisten ásperamente, separadas una de otra por la explotación y la discriminación que la primera ejerce sobre la segunda. (...) Uno de nuestros peores defectos es creer que hemos importado todas nuestras penas y miserias del extranjero, que otros son siempre responsables de nuestros problemas. (...) Sólo se puede hablar de sociedades integradas en aquellos países en los que la población nativa es escasa o inexistente, o donde los aborígenes fueron prácticamente exterminados. En los demás, un discreto, a veces inconsciente, pero muy efectivo apartheid prevalece. En ellos, la integración es sumamente lenta (...)”.
Vargas Llosa concluye que en el Perú no hay integración por la coexistencia de varias culturas, fundamentalmente una occidental y una primitiva, y que ese es uno de los principales problemas, y no puede ser solucionado (ya que en el Perú no se exterminó a la mayoría de la población aborigen, como sí lo hicieron, por ejemplo, Chile y Argentina) a menos que el nativo renuncie a su cultura, a su idioma, a sus tradiciones, a su cosmovisión. Difícil.
Para entender un poco más el pensamiento de Vargas Llosa, en este afán por comprender mejor su participación en la política peruana, habría que saber qué considera él como patria. Para él, el patriotismo es “una forma benevolente de nacionalismo” fabricado sólo para tener a alguien a quien obedecer. Él, por supuesto, valora tres ingredientes básicos de la modernidad, que fueron incluidos en su doctrina política: la individualidad, la racionalidad y la libertad; dice, además, que “detrás del patriotismo y nacionalismo flamea siempre la maligna ficción colectivista de la identidad”. Asimismo, explica que ese aglutinamiento de población (que agrupa a gente en “peruanos”, “franceses”, “chinos”) lo que hace únicamente es retroceder a la civilización a “tiempos bárbaros antes de la creación de la individualidad”. En un país tercermundista como el Perú, donde hay tanto patriotismo —o patrioterismo, lo cual es peor—, Vargas Llosa, pienso, no cayó muy bien.
Sus primeros deseos de involucrarse seriamente en política surgieron en Punta Sal, al norte del Perú, cuando vacacionaba junto a su familia y oyó el discurso de Alan García, en el que se planteaba la estatización de la banca. Eso generó que escribiera y publicara, en cuestión de días, un artículo titulado “Hacia el Perú totalitario” en el diario El Comercio, en el que argumentaba por qué se oponía a la medida. Finalmente se desencadenó, junto a sus amigos Luis Miró Quesada, Frederick Cooper Llosa, Fernando de Szyszlo, Luis Bustamante Belaúnde y Miguel Cruchaga, lo que fue un mitin en la plaza San Martin, llamado Encuentro por la Libertad, que sería el inicio de lo que sería posteriormente llamado Movimiento Libertad, un partido de independientes que luego se uniría al PPC, de Luis Bedoya, y a Acción Popular, de Fernando Belaúnde, para formar el Frente Democrático, que participó en las elecciones presidenciales de 1990. Su candidato fue, naturalmente, Vargas Llosa. Era básicamente una alianza entre partidos democráticos para enfrentar al Apra y a la Izquierda Unida, pero que tenía un elaborado programa de reformas muy radicales, que planteaba el shock económico que Fujimori tomó después y puso en práctica.
El escritor cuenta, no obstante, que el Frente Democrático nunca llegó a formar una fuerza coherente, nunca fue una alianza donde los objetivos comunes fueran más poderosos que los intereses de los partidos que los formaban —el Fredemo (nombre que le pusieron los periodistas), el PPC y AP— y que solamente se unieron cuando estuvieron bajo la presión de la segunda vuelta.
Aunque Vargas Llosa llevaba una cómoda ventaja, había un candidato cuya popularidad crecía vertiginosamente, un “chinito” que se mostraba en televisión con un tractor y usando un poncho. Para algunos, Fujimori, que logró intempestivamente llegar a la segunda vuelta y ahí ganó con 57% de los votos, fue una creación del Apra.
El Movimiento Libertad, que originalmente planeaba ser un partido de independientes a favor de la libertad, de emprendedores, que intentaba tener el apoyo de los comerciantes informales y que, como Acción Popular en sus mejores momentos, tuviera apoyo de las masas, tal vez fue etiquetado injustamente de pro-oligárquico y de extrema derecha.
Como ya se ha dicho, el modelo económico liberal que Vargas Llosa planteaba parece haberle funcionado a su adversario, Fujimori, y ahora, en el 2008, parece estar funcionándole a Alan García.
La guerra sucia también tuvo mucho que ver. El Apra, partido oficialista, hizo propaganda anti-Fredemo, como por ejemplo cuando catalogó a Vargas Llosa, por medio de publicidades en el canal del Estado, de ateo y drogadicto. “Según Freud, el doctor Vargas Llosa debería estar curándose la mente” y “¿Quieres un ateo en la presidencia?” son dos ejemplos de la campaña que se hizo en contra de él. Otro factor que jugó a favor de Fujimori fue la publicidad excesiva que usaron los candidatos a senadores y diputados de la lista del Frente Democrático, que llegó a hastiar a los televidentes peruanos.
A los pocos días de perder la contienda, Vargas Llosa viajó a Francia (un viaje que, dice, ya tenía planeado aunque ganase, porque tenía un compromiso) y su carrera como político terminó: volvería a ocuparse de la literatura. Algunos dijeron que se fue molesto, que estaba “picón” por haber perdido y que luego se dedicó a criticar el gobierno desde afuera.
¿Se perdió un escritor o se ganó un político? Creo que durante esos tres años, donde Vargas Llosa se dedicó enteramente a la política, el Perú vio el nacimiento de un posible líder y desaprovechó la oportunidad. El escritor se perdió (y se hubiera perdido por mucho más tiempo en caso de ganar las elecciones), pero luego renació cuando volvió a Europa y continuó con sus publicaciones y a dedicarse por completo a la literatura. Así que el Perú ganó un político solamente durante esos tres años, pero lo más importante es que pudo beneficiarse a posteriori de algunos aspectos de su programa, como, por ejemplo, el shock económico que Fujimori aplicó, pero que inicialmente era idea del partido de Vargas Llosa y al que tanta gente temía. Se salió de la crisis económica, en el gobierno de Cambio 90, con medidas que iban a ser aplicadas por el gobierno del Fredemo. En cuanto al problema del terrorismo, nunca se sabrá bien lo que hubiera ocurrido en el caso de que Vargas Llosa fuera presidente, aunque pienso que hubiera finalizado en lo mismo, con la captura, tarde o temprano, de Abimael Guzmán. Lo que no hubiera ocurrido nunca es el golpe de Estado de 1992. La Constitución de 1979 seguiría vigente o se hubiera reformado. Tampoco hubiéramos visto, los peruanos, el escandaloso problema de corrupción que se develó al final del gobierno de Fujimori. Aparte de eso, ahora, dieciocho años después de la campaña del Fredemo, podemos ver que la columna vertebral de su ideología política es justamente la adecuada para que progrese un país como éste.

Bibliografía
-Gargurevich, Juan. “Uchuraccay (Dos): La Comisión Vargas Llosa”.
-Pancorvo, César.
“Mario Vargas Llosa, Part II”.
-Tanaka, Martín. “La Comisión Vargas Llosa”.
-Vargas Llosa, Mario. Contra viento y marea. Barcelona: Seix Barral, 1982.—.El pez en el agua. Barcelona: Seix Barral, 1993.—. Diccionario del amante de América Latina. Barcelona: Paidós, 2005.

viernes, 1 de octubre de 2010

Ecuador: ¿Construir el socialismo sin maniatar a la burguesía? ¡Imposible!

J. M. Álvarez


Primero lo intentaron con Hugo Chávez, después con Evo Morales, ahora con Correa. Es urgente que esos países que están desarrollando procesos de emancipación, adopten medidas drásticas si, como dicen, pretenden alcanzar la meta del socialismo. Vamos por partes. Desde un punto de vista marxista hay dos tipos de democracias: la burguesa y la obrera. En la democracia burguesa se permite opinar siempre que el derecho a decidir esté reservado a la oligarquía, es decir, lo que se conoce como poder fáctico. Hagamos como ellos, obviamente en las formas, no en el fondo.
Que en las llamadas democracias participativas multipartidistas, el poder fáctico sea el pueblo, vinculado a un ejército y policía del pueblo, siempre alerta para impedir por la fuerza que la burguesía, gobernando eventualmente, entregue el país al imperialismo. O eso, o un sistema de partido obrero único, donde la burguesía carezca de opción de gobierno, acate la voluntad mayoritaria del pueblo o se largue con viento fresco. Los burgueses cuando ven peligrar sus intereses no tienen escrúpulos en recurrir a la fuerza y oprimir a la mayoría (obreros y campesinos) en beneficio de una minoría (oligarcas), justo lo contrario de la definición básica de la democracia.
Lo sucedido ayer en Ecuador, y antes en Venezuela y Bolivia, demuestra la inviabilidad de una política de conciliación de clases porque los intereses son antagónicos. Así no será posible lograr ni el socialismo del siglo veintiuno ni el del siglo cincuenta. Ese era ya- hace dos años- mi punto de vista, plasmado en el artículo “Socialismo del siglo XXI: Un espejismo conciliador” (*). La actualidad me da razones para seguir pensando igual que entonces.

(*) Socialismo del siglo XXI: Un espejismo conciliador

En América Latina se están produciendo unos cambios políticos que algunos consideran -un tanto alegremente- socialistas. Creo que, por ahora, ese proceso de transformación no puede ser interpretado como socialismo en el sentido absoluto del término, pues lo que pretende es revisar las relaciones con los países industrializados para que éstas se realicen en un plano de igualdad, y también sacudirse el yugo imperialista (algo de lo que me alegro infinito por razones obvias), para que las naciones puedan desarrollarse sin tutelas ajenas. Dichos cambios cuentan con el apoyo de las capas populares, y de una escasa clase media próxima a desaparecer, debido a las políticas económicas impuestas desde el exterior.
Siempre saludaré con simpatía cualquier forma de lucha antiimperialista, sea atea, adore a Alá, a Dios o a una piedra; por tanto no está de más recordar que los cambios que se dan en Latinoamérica están favorecidos por la resistencia armada de los pueblos de Oriente Medio, que impide al imperialismo desviar recursos a otros lugares, a lo que hay que añadir las contradicciones latentes entre los propios imperialistas, pues por mucho que guarden las apariencias mediante alianzas coyunturales, dentro de su barbarie no existen amigos ni aliados fiables. Esa lucha armada (que según dicen, no sirve porque pasó a la historia), ha beneficiado a Venezuela, Bolivia y Ecuador.
Venezuela -país donde se originaron los cambios- está llevando a cabo una revolución nacionalista, donde harían bien en comenzar ya a cortarle las alas a la burguesía, para que el proceso devenga en revolución socialista (si como dicen, ese es el fin) y arribar a una democracia popular. Lamentablemente, parece que han optado por una política de conciliación entre clases históricamente antagónicas, lo que, además de absurda, es una táctica casi suicida, pues refuerza a una oligarquía que tiene por objetivo, eliminar físicamente a Hugo Chávez. La contradicción entre burguesía y proletariado, continuará mientras exista la propiedad privada y los privilegios derivados de la explotación. Si el ideario del “socialismo del siglo XXI” implica la concertación con el enemigo de clase, no le veo futuro alguno.
Ese socialismo -asumido por pacifistas, reformistas y ciertos intelectuales- está provocando confusión en la clase obrera, pues plantea que para alcanzar una sociedad libre de explotación y sin clases, es necesario pasar por una etapa donde coexistirían en armonía, propiedad privada y pública, burguesía y clase obrera, todo ello vertebrado por un sistema electoral supuestamente pluripartidista, proclive a la manipulación. Mientras tanto, los oligarcas contemplarían plácidamente su extinción como si fueran idiotas. El capitalismo es invariable, así lo determina su esencia, por esa razón han regresado las guerras coloniales, los genocidios y toda clase de desmanes. Para colmo tienen la intención de implantar una jornada laboral similar a la que existía en 1870.¿Quién puede conciliar con todo eso?
La lucha de clases sigue tan presente como hace cien años, y se está agudizando a causa del desmedido aumento de la explotación. Si tenemos en cuenta las miserables condiciones de vida que padece la inmensa mayoría de la población mundial, poco hay que cambiar en el socialismo “clásico”, excepto tratar de impedir que se repita el gravísimo error de quitar al pueblo la potestad soberana de tomar decisiones, lo que propició el surgimiento de una casta de burócratas revisionistas, que causaron la desaparición del campo socialista.
En 1966, Ernesto “Che” Guevara dirigió un mensaje a la Conferencia Tricontinental de La Habana, donde abogaba por la guerra permanente contra el imperialismo capitalista que, esencialmente, es el mismo de hoy. Sin embargo, algunos parecen querer imitar a los socialdemócratas, para repetir el papel que aquellos desempeñaron en el pasado, y fantasean con un espejismo conciliador denominado “socialismo del siglo XXI”. Mientras tanto, el capitalismo, más agresivo que nunca, más criminal que nunca, abandona su modernidad y regresa al siglo XIX, para intentar perpetuarse. ¡Qué paradoja!


Fuente:ARGENPRESS