Editor: Antenor Maraví
Confidencias en Alta Voz

sábado, 20 de marzo de 2010

Carnaval Ayacuchano:

¿Fiesta báquica o defensa de la identidad cultural?


Antenor Maraví Izarra

A diferencia de otros lugares del país, la fiesta de los carnavales que vive el pueblo ayacuchano, sin duda, es una de las fiestas más peculiares, no sólo por el gran derroche de algarabía que hacen gala, sino que fiel a su identidad y enjundia jaranera, durante tres días hombres y mujeres, cantan y bailan incansables bajo los acordes y sones de los acordeones, guitarras, charangos, violines, mandolinas, quenas y la infaltable tinya, interpretados por excelentes músicos, - no en vano los ayacuchanos ostentan la nombradía de excelentes músicos, jaraneros y también mujeriegos, por si acaso – que durante el reinado de la fiesta son los hacedores de la alegría generalizada, donde todos guardan sus penas y preocupaciones con siete llaves en el baúl del pueblo.

Canciones que transmiten enjundia jaranera
y cuestionamientos

El carnaval ayacuchano, es la expresión del alma andina y señorial, donde las mujeres en su gran mayoría radiantes de belleza hacen derroche de vitalidad y entrega de amor y defensa de su identidad cultural, por cuyas razones el año 2007 el Instituto Nacional de Cultura (INC) le confirió el título de Patrimonio cultural de la Nación.
Las canciones más populares, que entre otras, se suelen escuchar durante su celebración son: “Desde Miraflores, me mandaron flores, en una canastita llena de amores, llena de amores”/. Otra canción: “Huamanguina religiosa, no me lleves a la misa, mejor vamos a Huatatas, a bailar jalasique (desnudos).
Como mensaje de crítica a los políticos se suele escuchar: canciones como: “Esta democracia, es una desgracia, hasta los ladrones quieren gobernarnos”. Y como una sátira a los tiempos difíciles, con gran creatividad algunas comparsas, le cantan al propio carnaval, reclamándole: “Carnavales tonto, por qué te vas pronto, por qué no te quedas siquiera quince días”.
El carnaval ayacuchano es la expresión desbordante del pueblo en general que durante tres días recorre sus calles en comparsas, integrados por hombres y mujeres, en las diferentes arterias y plazas donde se concentra el pueblo para apreciar su pasos y canciones, es usual y hasta exigido por la población que canten canciones satíricas y picarescas en los que se cuestionan a los políticos y a los gobernantes de turno.

Las comparsas

Están generalmente integradas por un promedio de 50, y en algunos por más de 100 miembros, distribuidas de la siguiente manera: Por lo general son dirigidas por dos capitanes (un varón y una mujer). En el primer agrupamiento van las mujeres, bellamente ataviadas de blanco, sombrero, blusa, falda y una manta multicolor a la espalda con predominio del color blanco, y el segundo agrupamiento está integrado por los varones, quienes van por lo general con poncho y sombreros, y finalmente los músicos. Estas comparsas, sumadas unas tras de otras a lo largo de 10 a 15 cuadras, son imponentes ante la embelezada mirada de los lugareños y la numerosa presencia de turistas agolpados en sitios estratégicos.
Para formar parte de estas comparsas, hasta el más pobre ahorra su dinero para salir bien presentable y ser parte de este festejo popular, y como tal no ser indiferente ante la algarabía del pueblo. Las notas principales en el recorrido por las calles son el despliegue de vitalidad tanto de los músicos como de los capitanes, que guían el paso de la comparsa las incansables e interminables interpretaciones de los músicos, muchos de ellos cautivados por la sonrisa y mirada hechicera de las paseanderas que finalmente terminan en lances de amor. Así es el carnaval ayacuchano, tejida con las lianas de amor,la música y el embrujo hechicero de bellas ayacuchanas.

Una mirada antropológica

Según referencias del Antropólogo Filomeno A. Peralta Izarra, docente de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, esta fiesta es esperada con mucha expectativa por la población en su conjunto, porque constituyen una especie de catarsis social, frente a los diversos problemas cotidianos, en estas fiestas mediante la agrupación en las comparsas se elaboran cantos de descontento hacia las autoridades nacionales y locales en forma satírica, todo esto en forma espontánea y para el agrado de la población que masivamente suele concentrarse en las diferentes arterias y la Plaza Mayor de Huamanga, para aplaudir el paso de las diversas comparsas.
En esta fiesta, quedan a un lado las diferencias sociales, económicas y políticas, todos comparten un espacio de confraternidad, donde se entremezclan las diferencias y se vencen todas las barreras, afianzándose romances y juramentos de amor, por ello al rescatar el dicho popular de Huamanga, no es temerario señalar que los niños y niñas nacidos en noviembre y diciembre, son fruto de los carnavales. Esta fiesta agrupa a familias, vecinos, miembros de instituciones Públicas y Privadas, para mostrar lo mejor de sus cantos y bailes. Igualmente en esta fiesta se toleran insultos y manifestaciones satíricas y críticas a las autoridades mediante los cantos, que en más de las veces son aceptados por las autoridades de buen talante.
En esta rápida entrevista en torno a la naturaleza de los carnavales de Ayacucho, el Prof. Filomeno A. Peralta acotó finalmente: El desplazamiento migratorio de las provincias vecinas (San Miguel, Cangallo y Víctor Fajardo), que en los últimos años vienen incorporándose progresivamente poniendo énfasis a su representatividad e idiosincrasia rural como una acción integradora de la identidad y realidad regional ayacuchana.

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