Editor: Antenor Maraví
Confidencias en Alta Voz: Las cuatro libertades

jueves, 11 de diciembre de 2008

Las cuatro libertades


Susana Villarán

Cuando Franklin Delano Roosevelt, el presidente que enfrentó la peor crisis económica de los EEUU así como la Segunda Guerra Mundial, pronunció su histórico discurso de las Cuatro Libertades en 1941, no imaginó que en el Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 su viuda Eleanor se encargaría de que estas quedaran plasmadas para siempre. Libres para creer, libres para pensar, libres del miedo y libres del hambre. Esa fue su utopía en el momento en el que la humanidad mostraba su radical distancia con los ideales que proclamaba: el holocausto, el terror, la recesión, la destrucción y el caos. En seis décadas se ha edificado en el mundo un sistema universal de protección de los derechos humanos jamás imaginado por nuestros abuelos. Europa, las Américas y el África tienen sistemas regionales de derechos humanos que garantizan el acceso al amparo internacional de los derechos de las personas cuando estos son violados, convirtiendo a los Estados en responsables frente a la comunidad internacional por tales abusos. Hoy contamos con una Corte Penal Internacional que está procesando a los autores de crímenes de Lesa Humanidad a los que antes amparó la impunidad de una mal comprendida soberanía.
Los niños y niñas del mundo tienen una Convención, adoptada en 1990, que dio un giro total en la visión que el mundo tenía de ellos, convirtiéndolos en sujetos plenos de derecho y merecedores de protección integral. Nosotras las mujeres, hemos logrado la Convención para Eliminar toda Forma de Discriminación contra la Mujer y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer que nos defienden de la discriminación y la violencia ejercida por el histórico reparto desigual del poder.
Hoy sabemos que los derechos son integrales e indivisibles: los civiles y políticos, los económicos, sociales y culturales. Las personas tienen derecho a la vida pero, como ha sostenido la Corte Interamericana de Derechos Humanos, no significa la prohibición de quitar la vida sino la obligación de garantizar las condiciones de dignidad que brinden a cada persona un “proyecto de vida”.
Pero sesenta años después, el miedo sigue retratado en los rostros de quienes viven en guerra y conflicto armado interno, en los detenidos sin nombre en las cárceles secretas en las que se tortura y que mantiene el gobierno de los EEUU en lugares insospechados y en Guantánamo; y quienes viven bajo la bota de los gobiernos autoritarios de distintas ideologías. El hambre afecta a una de cuatro personas en el mundo y ha aumentado de 800 millones a inicios del siglo XX a 2000 millones a inicios del actual. Hay Estados en los que no se puede practicar la religión que uno elige y otros en los que cuesta la vida y la libertad expresarse y difundir sus opiniones libremente.
Las cuatro libertades siguen reclamando sus defensores. Ellas son la potente utopía que nos convoca a seguir luchando por la dignidad del ser humano.

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