Editor: Antenor Maraví
Confidencias en Alta Voz

domingo, 4 de enero de 2009


Pueblo iqueño exige:

Restauración del Santuario de Luren

Antenor Maraví Izarra

En este país cualquier cosa puede suceder. Incluso, las autoridades y los funcionarios designados para la conservación y defensa de las infraestructuras históricas, las áreas geográficas y los santuarios considerados como patrimonios monumentales, son borrados del mapa precisamente por la falta de compromiso de las personas a quienes se les designó para preservar y defender estos bienes patrimoniales, tal el caso censurable que a los pocos días de producido el devastador terremoto del 15 de agosto del 2007 que asoló la región Ica, se expidió la Resolución Directoral Nacional Nº 1747 suscrita por la directora del Instituto Nacional de Cultura, retirando la condición de patrimonio cultural de la nación al templo del Señor de Luren de Ica.
Y lo patético de este caso es que días antes de firmar este documento, la directora de esta institución tutelar de la cultura nacional Cecilia Bákula, muy campante declaró ante la opinión pública que no se justificaba la demolición del templo, sin embargo extrañamente, sin contar con los sustentos técnicos y respetar la reconocida tradición católica del pueblo iqueño y su apego espiritual a este santuario, - como si esta iglesia fuera parte de una aldea de simios – suscribió este documento de marras, que a todas luces no solamente contraviene a las normas legales vigentes, sino que atenta al acendrado fervor religioso de una iglesia constituida y forjada desde tiempos inmemoriales bajo la advocación del Señor de Luren, que con el transcurrir de los años convertido en santuario emblemático, es la cantera de fe de quienes comparten esa teología de la liberación, donde mayoritariamente los excluidos, y aquellos que hoy como ayer reclamaron tiempos mejores para Ica, siempre han estado en las primeras filas contritos de fe y solidaridad cristiana, iglesia al que ciertamente los pudientes, los adinerados y los políticos de turno solamente se han acercado a sus tradicionales festividades rituales, para capturar la mirada de sus electores.
Y lo enervante es que en este tráfago de idas y venidas y silencios cómplices, a espaldas del pueblo, festinaron el diseño de una nueva maqueta, sin respetar en lo mínimo las tradicionales líneas arquitectónicas del santuario, donde el pueblo de generación en generación ha sembrado y multiplicado enésimas oraciones de reafirmación y fe a ese Jesucristo universal que magistralmente ensalza el poeta y renombrado escritor pisqueño José Hidalgo denominándolo “El Gran Curaca”, cuya última estrofa insertamos en estas líneas…y el poema completo va en la tapa de esta edición: “¡Iqueño Señor, / Señor del Alfarero, Campesino Señor,/ Señor Obrero, Señor Antiguo/ y de Luren también Señor!”. Ese templo, hoy, sin los tradicionales tañidos de convocatoria de su viejo campanario, en las horas del ángelus, se encuentra en literal abandono desde hace un año y medio.
Empero, sin importarles en lo mínimo estos inolvidables oleos espirituales del pueblo iqueño tantas veces retratadas y sembradas entre sahumerios, lágrimas y sudores, de interminables cuadrillas de devotos; de pronto, gente extraña a ese latido armonioso, mandó diseñar una nueva maqueta a imagen y semejanza de la iglesia de San Isidro (Lima), perteneciente al Movimiento Avanzada Católica, del que se dice que la aludida directora forma parte de la cofradía; pero lo que rebalsó el vaso fue la presentación de esta maqueta entre bombos y platillos apadrinado por el congresista iqueño, entonces presidente del Congreso de la República, Luis Gonzáles Posada rodeado por algunas autoridades locales, que poco o nada conocen ni quieren valorar el sentir religioso del pueblo iqueño.
Y lo anecdótico de este absurdo es , quienes pensaron hacer ganancia de pescadores a río revuelto, no se imaginaron que el pueblo no aceptaría otra iglesia que no sea la vieja estructura arquitectónica del que forman parte innumerables generaciones de familias, que a lo largo del siglo pasado, pese a los variados estragos de la naturaleza siempre se aferró a este templo, reforzadas hoy por las recientes declaraciones del arquitecto Humberto Palacios Miró Quesada (reconocido especialista internacional en la conservación de monumentos patrimoniales), quien categóricamente señaló ante el beneplácito de la feligresía, que casi el 85 % del templo se encuentra intacta, (recuperable) con algunas rajaduras pasibles a ser reforzadas con nuevas columnas y acondicionamientos de seguridad en la parte superior y la cúpula, por lo tanto, no es cierto la necesidad de su demolición. Es mas, en los estudios realizados por los peritos de la UNI, los daños sufridos solamente requieren una restauración, en ningún punto del informe dicen que las bases de la construcción están dañadas, ni está por colapsar. Lo que ahora hace falta es saber en que se han gastado los mil millones de nuevos soles destinados al Forsur, supuestamente para la reconstrucción de Ica, igualmente es menester informar donde se encuentran depositados los euros ofrecidos por el Vaticano, en todo esto hay limbo.

Un pueblo sin memoria histórica, es un pueblo sin identidad

En materia de defensa y salvaguarda del patrimonio cultural de la región Ica, sin duda alguna, hay mucho pan por rebanar y exigir informaciones a los responsables. Hay un antes y después del dramático terremoto que devastó Ica, en el que urge mirar ese después, colocándolo no solo en el fiel de la balanza sino en el real contrapeso de los hechos, y como tal, se debe actualizar tanto el acerbo y el mapa monumental histórico de la región, así como demandar a las autoridades asumir la real defensa de este importante legado, pues, es igualmente preocupante lo ocurrido con la antigua iglesia Santa María de Socorro, que también fue despojada de su condición de monumento histórico por el INC y nadie dijo ni pío sobre su demolición, efectuada so pretexto de la ampliación del área hospitalaria adyacente, sin embargo hasta la fecha pese al tiempo transcurrido la situación de este nosocomio sigue en lamentable abandono igual que los demás hospitales de Ica a punto de colapsar por la honda crisis que vienen confrontando.
Preocupación semejante cabe advertir en torno al censurable hecho ocurrido con la iglesia colonial “La compañía de Pisco” que, sin ningún control ni protección fueron derrumbadas sus paredes y borradas del mapa los vestigios de su bella arquitectura interna y externa, en las que el accionar de las palas mecánicas no respetaron ni siquiera los archivos almacenados en sus sótanos que según los historiadores, otrora conducían hasta la playa.
Son innumerables los monumentos históricos que por desidia y la asfixiante incuria de las autoridades en general, fueron borrados alevemente en casi toda la región Ica, entre ellas cabe referir las destrucción total de la casona que sirvió en Pisco como el Primer Cuartel General de la Expedición Libertadora, igual suerte corrieron las casas donde nacieron Abraham Valdelomar y Matías Manzanilla en Ica. Similar atentado de lesa cultura estaría por suceder con la Catedral de Ica así como la casona colonial donde funcionó el Colegio San José y posteriormente declarada hace 20 años por Ley 25041 como la “Casa de ciencia y cultura Abraham Valdelomar” pero nadie hace nada por concretar en realidad esta singular intención promovida en el primer gobierno del actual presidente García.
Ante estos hechos de pusilanimidad y el silencio cómplice de quienes no hacen ni hicieron nada por preservar y defender la memoria histórica regional exigimos a las autoridades y los funcionarios pertinentes hacer cumplir las normas. Igualmente cabe aclarar que la conservación de un inmueble considerado como patrimonio cultural, no se contrapone al progreso urbanístico y proceso de reconstrucción de las viviendas afectadas. Es una obligación moral honrar a la memoria de los hijos preclaros de un pueblo. ¿Qué pasaría si se destruye parte o todo nuestro patrimonio cultural? Se perdería no sólo nuestra identidad, sino también estaríamos borrando los indicios y los soportes de nuestra memoria histórica.
Es pues, hora de enaltecer y defender nuestras raíces históricas, hay que construir el presente, es tiempo de defender solidariamente un futuro de dignidad con la reafirmación de nuestras tradiciones y costumbres legadas por nuestra milenaria cultura.
Pueblo que no defiende su memoria es un pueblo sin alma ni identidad. “Toda tarea cultural da al ser humano la capacidad de reflexionar sobre si mismo. Es ella la que hace de nosotros seres humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones al servicio de los pueblos”.

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