Editor: Antenor Maraví
Confidencias en Alta Voz: Tranquilos, porcinos

sábado, 2 de mayo de 2009

Tranquilos, porcinos


Que no cunda el pánico. La cosa no es tan grave, aunque quieren hacernos creer lo contrario. La voz es la prevención sin alarmas.

Paco Moreno(*)

No sé por qué a los porcinos, al menos cuando están pequeños, son, en cierta forma, agradables, los tienen que comparar con gente como Carlos Raffo. No es justo. Si los chanchitos supiesen hablar, hace rato habrían alzado su ofendida voz de protesta para aclarar que no son de esa calaña.No es justo tampoco que en varias partes del mundo estén matando a los cerdos creyendo que si ellos desaparecen de la tierra desaparecerá también la famosa “gripe porcina”.Tranquilidad.
Según las notas más serenas, la propagación de ese mal no es tan grave. Los informes señalan que el virus letal está de alguna manera controlado, incluso en México, y que no hay hasta ahora en otros países casos de muerte por la gripe porcina.Sin embargo, la alarma por el virus cunde por el orbe alborotando a los encargados de la salud en los países, creando miedo y zozobra, agotando las mascarillas en los establecimientos públicos.
Cunde la alarma de la pandemia en todos los medios de comunicación; como si nos estaríamos acercando al fin de mundo y el que besa y da la mano a su amiga está ya en un peligro casi, casi mortal. Nuestro Presidente, siempre tan ilustrativo y mediático él, dijo el jueves: “Nosotros que somos calurosos en el saludo, afectivos, que nos abrazamos, nos damos la mano, que al saludarnos entre nosotros nos damos un beso, tendremos que hacer una pausa en esos afectos para evitar el peligro de la propagación”.
Sin embargo, nadie le hizo caso.También le enchufó a EsSalud, con su costumbre gorrera de jefe de un Estado mendicante, la producción masiva de mascarillas de protección, que hace rato debió mandarlas hacer, por si acaso, el Ministerio de Salud.Mientras tanto, los titulares siguen causando miedo, susto, pánico, espanto, pavor, horror y García, quizá sabiendo que no hay que preocuparse demasiado, señaló ayer con su retórica solemne de aprista de plazuela, que “el mundo entero está siendo asaltado por una epidemia muy difícil de combatir y muy fácil de propagar”.
Luego agregó, como para causar mayor alarma: “el objetivo es que no se repita una situación parecida a la generada por la epidemia del cólera, cuando un funcionario de ese entonces dijo que no había ningún riesgo y que los peruanos podían estar tranquilos”.Los entendidos indican que en estos casos, el miedo creado por las noticias puede causar más daño que la gripe porcina misma, la prevención sin alarma es lo principal.
Se trata, refieren los expertos, de utilizar todos los mecanismos de prevención existentes, pero sin causar mayor aspaviento. Crear alarma es lo peor que se puede hacer ante una pandemia.Además, si de no causar muertes se trata, en el país, como lo han indicado, se debe combatir ya y con fuerza la mortalidad y la desnutrición infantil, que sí mata, en masa y a cada rato; y eliminar otras causas de muerte como son el desamparo de los ancianos y las mujeres. Hay que combatir la tuberculosis que regresa como si viviéramos en la Edad Media. Hay que erradicar la precariedad y la miseria de nuestros hospitales, donde el descuido punible mata de TBC o hepatitis a médicos y enfermeras.
Y hay que acabar de una vez con el trabajo infantil, que mata no sólo la niñez sino la dignidad de un país incapaz de cuidar su futuro. En fin, hay que ponerle antivirales a todos estos males agravados o creados por el neoliberalismo que oculta sus culpas tras el pánico y el escándalo de la gripe porcina.

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