Editor: Antenor Maraví
Confidencias en Alta Voz: Ollanta Humala: ¡Presidente del Perú!

lunes, 6 de junio de 2011

Ollanta Humala: ¡Presidente del Perú!

Triunfó la lucha por la justicia social y contra la corrupción



Antenor Maraví Izarra


Tal como esperábamos, a pesar de la demonización de la derecha cavernaria, a pesar del desesperado carga montón de la prensa amarilla, las elecciones de ayer se vistieron a lo largo y ancho del país, de ese rojo y blanco, colores que simbolizan nuestra heredad histórica, y como tal, la elección de Ollanta Humala como el próximo Presidente del Perú, latió de fervor patriótica en la costa, sierra y selva, orlado de esa fe esperanzada, por un gobernante, decidido y capaz de erradicar frontalmente, entre otros, los imperdonables lastres, que inmemorialmente causaron en el Perú, infranqueables brechas de exclusión social y moral.
En defensa de los pobres
Hace más de 170 años el mundo inició una campaña exitosa contra la esclavitud, hoy todos debemos de sumarnos a la campaña y la lucha contra la pobreza y la extrema pobreza que afecta a países como el nuestro con sus tenebrosas garras. La pobreza tiene muchos rostros y abarca más que un bajo ingreso económico. Refleja también mala salud y educación, privación de conocimientos y comunicaciones, la incapacidad para ejercer los derechos humanos y políticos; y la falta de dignidad, confianza y respeto por si mismo.
Detrás de esos rostros de la pobreza, se oculta la sombría realidad de vidas desesperadas, sin salida, y con frecuencia, gobiernos que carecen de capacidad para enfrentar la situación de marginación al que inmemorialmente fueron sometidos por los gobernantes de turno, causando elevados índices de morbilidad infantil, tuberculosis, analfabetismo, deserción escolar, amén de los salarios paupérrimos, la carencia de agua, vivienda y luz, etc, etc.
En las comunidades alto andinas de las regiones como Puno, Huancavelica, Ayacucho y Apurímac, la extrema pobreza siempre ha sido un paisaje común donde la intensidad de la palabras poéticas y la universalidad del mensaje humano, tanto de César Vallejo como de José María Arguedas, parecieran temblar en el aire, abrazados al dolor constante del hombre y la mujer.
Tiempo de moralización radical
En esa pandemia de corruptelas en que vivimos, la imagen de inmoralidad sin límites que agobia el país, no solo sigue latente, sino que, se ha fortalecido en estos tiempos. Hay un cinismo nunca visto antes, donde los operadores de los denominados faenones, gozan de un patente de corzo y el silencio cómplice, de quienes hoy nos gobiernan.
Este cuerpo purulento de nuestra realidad nacional, como diría hace más de 100 años, Manuel González Prada, sigue infestado de tantos truhanes y traficantes de todo pelaje, pero nunca como ahora han gozado de tantos privilegios y el visor complaciente de quienes hoy conducen los destinos del país.
Cuanta razón tuvo el poeta, Sebastián Salazar Bondy, cundo dijo: “Mi país es un banquete de ubres,/ un templo de ceremoniales crueles,/donde todos los días, crucifican su dignidad”. Esta clamorosa constatación, no es mas que el fiel reflejo de que en el Perú las instituciones son puramente formales que no significan garantía para nadie, salvo para aquel que lo controla, con los poderes del Estado totalmente sometidos al Ejecutivo.
Cerrar el paso a la corrupción y la impunidad imperante es imprescindible. No hay peligro más grave para la democracia que la impunidad, que devora el capital político, social y moral de un país, y abre las puertas para la presencia devastadora de esa delincuencia de cuello y corbata. Es hora de exigir cuentas a quiénes tienen la responsabilidad de prevenir, investigar y sancionar esta peste social.

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