Editor: Antenor Maraví
Confidencias en Alta Voz: El dolor no cesa en Pisco…

jueves, 14 de agosto de 2008

El dolor no cesa en Pisco…

Omar Olivares Yzarra
A un día de celebrarse el primer año de la tragedia, desde la ciudad más
afectada podemos comprobar que los lamentos, indignación y furia popular tienen mucha base.Hay heridas que jamás cierran y golpes que duelen por siempre.
La situación actual en Pisco es un claro ejemplo. A un día de cumplirse un año del terremoto que destrozó más del 80% de esta localidad, llenándola de sangre y muerte, las cosas no han cambiado casi nada. Mucha gente aún duerme a la intemperie, debiendo soportar la dureza del clima local. En la mañana quema intensamente y en las noches hace un frío que no mitiga ningún abrigo. Menos los “abrigos” deteriorados que quemaron los pobladores, indignados al recibir harapos del gobierno.Mañana se cumple un año de dolor y devastación, de abandono y burla de las autoridades, por lo que los pisqueños saldrán a las calles para protestar y exigir que se cumpla la ansiada reconstrucción. La indignación de la gente por la visita que hizo Alan García (martes y ayer) a esta ciudad aún es palpable.
Y es que el recibir ropa en pésimo estado, muchas de las prendas –aseguran los pobladores– tenían manchas de sangre, signos de estar hongueadas, agujeros o carcomidas por las polillas.La anunciada reconstrucción que AGP asegura está en un 40% es sólo una frase para tratar de “maquillar” lo que viven los pisqueños. Las imágenes de desolación están al girar en cualquier esquina. Y los testimonios de abandono salen al tocar cualquier puerta.Cirilo Lloclla es un hombre que el día del terremoto perdió su hogar.
Hasta el momento lo único que ha recibido es alimentos para salvar el hambre del día, pero nadie le ha dado respuesta sobre el futuro de su derruido hogar, que comparte con sus hijos. Además, no entiende cómo el presidente García puede decir que Pisco está pronto a ser una ciudad mejor que la que fue. “Por eso ayer (martes) lo han pifiado, la gente lo botó de Pisco. Encima ha venido a burlarse y a ofender a los pisqueños con su ropa inservible. No queremos palabras, queremos obras”.La misma opinión trasmite Rosario Ramírez, ama de casa que el pasado 15 de agosto de 2007 perdió a sus primas y parte de su vivienda. Hasta la fecha, si bien ha recibido el mentado bono de seis mil soles, que el gobierno publicita como la panacea contra todo mal, éste no le ha alcanzado para siquiera reconstruir la fachada de su casa.
“Los precios de los materiales de construcción se han disparado. El gobierno debería mediar en ello y evitar que los comerciantes se aprovechen de la necesidad del pueblo, pero no hacen nada. Sólo vienen a tomarse fotos”.Reclamo comunal Máximo Navarrete, secretario general del Sindicato de Obreros Municipales de Pisco, cuenta que más de 15 trabajadores de la comuna pisqueña viven su propio drama: en medio del dolor no tienen su sueldo completo, pues les adeudan más de 450 mil soles por los pagos atrasados de sus sueldos. “Hemos conversado con el alcalde Juan Mendoza, pero se niega a pagarnos. Él es indiferente a nuestro reclamo y al de la población en general porque sabe que cuenta con el respaldo del presidente García. Es el alcalde, pero no le reclama que no hayan reconstruido nada”.
Falta de serviciosOtro de los problemas que aún subsisten para pesar de la población afectada por el terremoto es la falta de servicios como agua, luz y salud. La gente que requiera la atención de un médico debe formar largas colas por varias horas en la misma Plaza de Armas de la ciudad y esperar que alguien lo pueda revisar. Incluso personas nonagenarias, mujeres gestantes, o en grave estado de salud tienen que atravesar el mismo trámite. Igual problema pasa por el tema de la seguridad. En los últimos días han llegado gran número de policías y militares, pero sólo con el objetivo de intimidar a la población que mañana viernes marchará contra el abandono del Estado. Pero del resguardo a la población nadie dice nada. Claro ejemplo es el estado de la comisaría: un año y sigue destruida. Los policías deben atender en un módulo de madera instalado frente a donde estaba su local.

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