Editor: Antenor Maraví
Confidencias en Alta Voz: Pongamos alto a esa procesión necrofílica de las carreteras

lunes, 4 de agosto de 2008

Pongamos alto a esa procesión necrofílica de las carreteras

Antenor Maraví Izarra

Si la memoria no nos traiciona, el mes de marzo del año 2002, igual que ahora, esa prensa sensacionalista que sigue regodeándose en el país, cargada de morbo necrofílica, dio cuenta de un trágico accidente ocurrido en la carretera Panamericana Sur (Chincha),en el que perdieron la vida 34 pasajeros que viajaban de Ayacucho a Lima. Los cuerpos calcinados y las variadas declaraciones de los sobrevivientes sobre las causas, así como las incumplidas promesas de investigación, sanción y reparación de los daños, aún siguen frescas en nuestras retinas y mentes. Han transcurrido desde entonces más de seis años, y la situación sigue cada vez más grave, desde entonces en las carreteras del país, año tras año, innumerables accidentes con elevadas cifras de muertos y heridos, de manera cotidiana se han presentado, y lo preocupante es que detrás de estos dolorosos accidentes, tanto las autoridades como los empresarios, han coincidido año tras año en las mismas monsergas. Nada ha cambiado, al contrario, libres de toda responsabilidad, siguen declarando altisonantes, como si nada hubiera sucedido, los miles de muertos, heridos y damnificados no cuentan para ellos.
¿Qué han hecho las autoridades, los empresarios y cuantos tengan que ver con el transporte interprovincial, para evitar que vuelvan a suceder casos similares? . Nada, y aquí no estamos incluyendo los constantes asaltos y robos que suelen producirse en las carreteras, sin que medie control ni seguridad alguna. Lo cierto es que, la dotación de policías de carreteras no es suficiente para el patrullaje del sistema vial del país, ni que hablar de las llamadas garitas de control y lo propio de los famosos peajes, que lo único que hacen es esquilmar a los conductores..¿Tolerancia cero?, vaya usted a preguntar a la ministra Zavala, - con la sumatoria defensiva del Premier Del Castillo e inclusive del Sec. General del partido aprista - en coro responderán que acá no está pasando nada, así de simple, los muertos, heridos y las leoninas ganancias de los empresarios, en este funeral gozan de un patente de corzo fúnebre.
En esta fiesta de sangre (como en las corridas de toros que describe magistralmente el maestro José María Arguedas en el cuento “Yahuar fiesta” los usuarios no cuentan para nada, salvo las óptimas ganancias de los empresarios, el resto son cojudeces, como alguna vez diría el taita cura Cipriani, en materia de derechos humanos). Los denominados ómnibus libres de polvo y paja siempre han funcionado carentes de revisión técnica, se estacionan a cada rato y donde les da la real gana, otros invaden carriles contrarios, se creen los misitos, choferes que trabajan jornadas dobles y hasta triples, sobrecargas de pasajeros y nunca han querido usar los famosos “tacómetros” (dispositivo que mide el número de revoluciones de un eje vehicular).
En esta fiesta, los empresarios siempre han salido airosos, con salvaguardas e inclusive protecciones, como es el caso del dueño de una próspera empresa de transportes que funciona en Ica, cuyo dueño, se dice que es compadre del mandamás del ministerio del Interior, y lo preocupante de esta ausencia de control y regulación del transporte interprovincial, en muchos pueblos del país, como es el caso de Ica, no existe un Terminal terrestre. ¿Cómo es posible que a escasas dos cuadras de la Plaza de Armas, en una zona de elevada densidad poblacional de escolares funcionen la gran mayoría de estas empresas?, ¿O es que acaso como en las épocas del latifundismo, siguen considerando a Ica como una aldea más, sin perspectivas de desarrollo y expansión urbanística?.
Es tiempo de promover y exigir el respeto y buen servicio a los pasajeros, garantizar la calidad de los vehículos y exigir la eficiencia de los conductores, y fundamentalmente los empresarios nunca deben olvidar que los pasajeros son la razón de quehacer económico, sin ellos no existirían ni tampoco gozarían de las jugosas ganancias, por lo tanto merecen un mejor trato y más respeto a sus derechos. Es hora de que las autoridades se pongan esa chaqueta que se llama coraje y buen gobierno.¡Basta a la pusilanimidad!.

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