Editor: Antenor Maraví
Confidencias en Alta Voz: ¿Yo también me llamo Perú?

martes, 5 de agosto de 2008

¿Yo también me llamo Perú?


Cynthia Maravì Oviedo(*)


23 años de Costumbres que se de memoria, 23 años de huelgas en los ministerios, 23 años de ceviche picante, 23 años de gente que patea latas, madres con hijos en las espaldas golpeando ollas vacías, 23 años oyendo canciones de gente que suspira en los puentes, 23 años y algo más frustrándonos porque no vamos a un mundial, 23 años de guapos y guapas elegidos entre compadres y comadres que nos representan en el exterior, 23 años empujándonos en las combis, 23 años de Bryce, de Vallejo, de Ribeyro, …y mejor no sigo, 23 años de presidentes que se creen príncepes, de gatas que se creen princesas, de sapos que se creen galanes, 23 años oyendo a nuestros viejos cantar “ Yo también me llamo Perú” ( hoy me incluyo en ese grupo), 23 años viendo que la gente sigue huyendo, sigue corriéndose de este país, 23 años y veo como esa gente regresa, ( entonces tan mal no estamos), 23 años de folklore que nos pone la piel de gallina, 23 años de billeteras robadas, 23 años de sobrinos enamorados de simpaticonas tías julias, 23 años de rituales que le sacan el alma a uno, 23 años de callecitas llenas de basuras o envolturas, 23 años de placitas llenas de enamorados, 23 años de chicos peruanísimos que nos dejan, 23 años de chicos que vuelven, 23 años de mazamorras en cada esquina, 23 años de locos en cada esquina, 23 años de amigos reunidos tomando pisco, 23 años de amigos reunidos por que no tienen nada que hacer, 23 años sin chamba, sin plata, sin dólares, sin euros, 23 años de fiesta con cajón, con huaynos, con incas, con ruinas, 23 años y sigo aquí en la misma ciudad, en el mismo país, enamorándome cada día más de mi suerte, de mi mala suerte, de mi destino bajo algún jardín donde me llegue la sombra de un huarango, 23 años y no quisiera mover ni un dedo de este lugar jamás, 23 años y aún tengo ganas de fumarme un cigarro viendo un atardecer en huacachina.
Cuantas ganas tengo de sentarme en cada monumento y bailar sobre él, jamás por falta de respeto, solo por simple felicidad, por el simple hecho de volver a los días del pasado, cuantas ganas de zurcir con hilos blanquirojos cada herida que se me va abriendo, cuantas ganas de tatuarme mi origen en el tobillo izquierdo, cuanta pena por tener que despedir cada cierto tiempo a quien más queremos en algún aeropuerto, cuanta rabia por no sentir el apoyo en nuestra propia casa, en nuestro propio país, cuantas ganas de pintar un graffiti que diga que no es justo, que todos los que se han ido, deben volver, que aquí los necesitamos más que allá, que acá los queremos más, que acá los querremos siempre, que ganas de gritarle al mundo que Latinoamérica sigue viva, que sigue de pie, que nada la puede tumbar, que nada puede acabarla, que necesidad de hacer propaganda para que sepan todos que seguimos aquí, esperando y luchando para no tener que irnos llorando de impotencia, por que siempre es mejor quedarnos en casa llorando de tanta risa.23 años, y la luna sigue saliendo cada noche, 23 años y aun mi rosal no tiene rosas porque las arrancan, 23 años y aún me invitan a presentaciones de libros, 23 años y aún no hay quien compre esos libros, 23 años y sigo yéndome a Lima en un bus que cada día cobra mas caro, 23 años y cada vez hay más autopistas, 23 años y todo sube de precio, 23 años y la chela cada día esta más barata, fregados estamos, pero salvados también, miles de motivos tenemos para no seguir, y millones para continuar, podremos estar desesperados , hastiados, pero no hay fin de semana que no tengamos fuerzas para salir a tonear, podremos llorar porque extrañamos a algún primo, algún tío, alguna amiga, algún amor que se ha ido de este país, pero también sabemos que debemos reír porque van a volver, podemos odiar este país, avergonzarnos, enorgullecernos, emocionarnos, enojarnos, pero al final siempre terminamos en algún karaoke pidiendo lo que antes cantaban nuestros viejos, esas canciones criollas de sus épocas, esas que cuando estás fuera de casa te hace llorar.

Tengo 23 años vividos aquí, y me sé de memoria las heridas mal curadas, y las glorias de este país, tengamos paciencia pues, al fin y al cabo somos de acá, además podrá faltar de todo, pero como se habrán podido percatar en este mi escrito, por lo menos equilibrio si hay.

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